Con la llegada de la Nations League y el primer parón de selecciones de los tres previstos hasta final de año hacemos balance. No lo habíamos contemplado. La velocidad a la que se ha desarrollado el primer mes de competición ha sido rápida hasta para la tortuga. Sí, para el mismísimo Mbappé.

Tres partidos ligueros en los que lo de menos, casi, fueron las vulgares estadísticas porque la sensación y la cara de preguntarse "¿qué hago yo aquí? era más que latente.

Pero esto de los goles, lo dejó dicho Van Nistelrooy, es como abrir el bote de ketchup. En este caso, descorchar una botella del mejor champán de la Borgoña francesa.

Tras una veintena de intentos fallidos llegó ese doblete que alivia en los cuatro puntos cardinales y evita un incendio de proporciones enormes.

Tenemos, por tanto, diez días para pensar en el siguiente "tontodebate" a propósito de un Real Madrid que juega bastante peor de lo que debe, pero que va a ganar muchos más partidos de los que alguno desea.

Lo mejor de todo es que Mbappé parece haber decidido presentarse en el duelo planteado a cara descubierta por Lamine Yamal. Habrá otros actores, esperamos que se sume Julián Álvarez, está Dani Olmo, está, por supuesto Vinicius, pero Lamine, que ya nos dejó claro en la Euro que juega pidiendo perdón en vez de permiso, no espera por nadie y acelera al Barsa de Flick ahora que las piernas están frescas y las costuras todavía no chirrían.

Va a ser el mano a mano de la temporada. La comparativa del domingo. Qué hace el uno, que replica el otro. Como cuando Messi y Cristiano, aunque peores que aquellos.

Sea como fuere Lamine, que hoy aterriza en Las Rozas, ya lo tiene claro: Kylian ya está aquí

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