• 230-henry williams baker-el rey de amor es mi pastor

  • May 23 2024
  • Duración: 11 m
  • Podcast

230-henry williams baker-el rey de amor es mi pastor  Por  arte de portada

230-henry williams baker-el rey de amor es mi pastor

  • Resumen

  • Himno: Uno hay que tomó mi lugar en la cruz Autor: Carrie Ellis Breck Traductor al castellano: Mariano San León Mariano San León nació el 29 de julio de 1898, en Valladolid en el seno de una familia humilde siendo uno de los cinco hermanos. A la corta edad de seis años quedó huérfano de padre En 1908, por sugerencia de una tía suya, junto con sus hermanos María y Juan, ingresa en el Colegio Evangélico de Valladolid fundado en 1904 por el misionero inglés Federico Gray, que en aquella época estaba dirigido por doña Quintina. Esta circunstancia lleva a la madre al conocimiento de la fe cristiana evangélica. Es en el Colegio donde despierta en Mariano la fe, la conversión al Señor, la formación docente y la vocación de servicio. En 1917 y tras salvar numerosos actos de hostigamiento por causa de su fe, logra graduarse en la carrera de magisterio en la Escuela Normal de Magisterio. Desde 1908 hasta 1936 ejerce la dirección del Colegio Evangélico y conoce a Encarnación Gil que se convertirá en su esposa en 1930. Uno de los efectos de la rebelión militar que triunfó en Valladolid fue que inmediatamente se cerrara el Colegio el cual ya no volvería a abrirse por causa de la intolerancia ejercida por el que se ha venido en llamar "Nacionalcatolicismo” del régimen vencedor de la guerra civil, hacia todo lo que se apartara de los cánones católicos de la época. Durante este período y paralelamente a su actividad docente, Mariano San León profundiza su vocación de servicio al ministerio cristiano, ayudando a Federico Gray en las tareas de la iglesia en la que se congregaba. En abril de 1942 fue encomendado por las Iglesias de Castilla y León. Su ministerio fue mayormente itinerante, atendiendo con igual solicitud las iglesias más ubérrimas de las rías gallegas como los humildes grupitosy familias de las montañas. Sus facultades le permitían una versatilidad ante las necesidades, así para la predicación del Evangelio como para la enseñanza de la Palabra, capacidad de consejo y ayuda espiritual. Mientras la obra crecía, Mariano San León poeta e himnólogo junto a Federico Gray más otros hermanos compilaron el Himnario Evangélico (Cánticos de fe , amor y esperanza) de las tres colecciones en uso en Galicia, Madrid/Castilla y Catalunya, que hasta el día de hoy sigue siendo usado por la mayoría de las congregaciones. La traducción y adaptación de himnos y la proyección de letras adecuadas fue una constante de su actividad. También la colaboración con las revistas evangélicas como: El Camino, Constancia, El Escudriñador Bíblico, El Joven Cristiano, así como en los Cuadernos de Orientación Bíblica de la Alianza Evangélica Española y en la revista Edificación Cristiana, dio la medida de su fecundidad literaria. Literariamente, su preferencia discurría por la prosa poética de Gabriel Miró, con cuya familia se relacionó. Invitado por la iglesia de la calle Trafalgar, fue a Madrid a finales de 1960 (don Juan Biffen había fallecido en junio de este mismo año), donde cubrió los tres últimos años de su fecunda vida y ministerio, falleciendo en Barcelona el 11 de Marzo de 1963. El día de su funeral, en el cementerio de Sant Andreu en Barcelona, la voz de otro esforzado pionero y amigo evocaba el texto del segundo libro de Samuel 3:38: «No sabéis que un príncipe y grande ha caído hoy en Israel?» Entre sus himnos traducidos al castellano se encuentran: • Abre mis ojos para ver • Ábrenos, Señor eterno • Desde el lindero • Mi gozo está en tus atrios Y Uno hay que tomó mi lugar en la Cruz himno que a continuación, damos paso a su lectura y canto. Uno hay que tomó mi lugar en la Cruz, Aunque indigno yo fui de su amor; Anhelando mi negro pecado borrar, Ese cáliz de muerte bebió Mi pecado en la Cruz fue clavado con El, ¡Con qué sed anheló mi perdón! ¡Con qué paz, con qué amor Hoy contemplo esa Cruz Donde Él mi maldad expió! Nunca más esa carga de muerte y dolor Sobre mi débil hombro pondré; Yo la dejo clavada, allí, en la Cruz, Pues que allí fue clavada por Él. ¡Cuán paciente conmigo, cuán sabio es hoy, Que de escorias librándome va! Bajo un cielo sin sombra de condenación Gozo libre su amor sin igual. Mi anhelo creciente es asirme de Él, Y ofrendarle mi vida en su altar; Proclamar, en un salmo de amor y de fe, Que en la Cruz Él tomó mi lugar.
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