• 39 - A la Conquista con Dios - ¿A quién quiero seguir? - Parte II [Josué 24:16-28]

  • Jul 9 2021
  • Duración: 10 m
  • Podcast

39 - A la Conquista con Dios - ¿A quién quiero seguir? - Parte II [Josué 24:16-28]  Por  arte de portada

39 - A la Conquista con Dios - ¿A quién quiero seguir? - Parte II [Josué 24:16-28]

  • Resumen

  • 39 – ¿A quién quiero seguir? – Parte II

    Josué 24:16-24
    “Entonces el pueblo respondió y dijo: Nunca tal acontezca, que dejemos a Jehová para servir a otros dioses; porque Jehová nuestro Dios es el que nos sacó a nosotros y a nuestros padres de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre; el que ha hecho estas grandes señales, y nos ha guardado por todo el camino por donde hemos andado, y en todos los pueblos por entre los cuales pasamos. Y Jehová arrojó de delante de nosotros a todos los pueblos, y al amorreo que habitaba en la tierra; nosotros, pues, también serviremos a Jehová, porque él es nuestro Dios. Entonces Josué dijo al pueblo: No podréis servir a Jehová, porque él es Dios santo, y Dios celoso; no sufrirá vuestras rebeliones y vuestros pecados. Si dejareis a Jehová y sirviereis a dioses ajenos, él se volverá y os hará mal, y os consumirá, después que os ha hecho bien. El pueblo entonces dijo a Josué: No, sino que a Jehová serviremos. Y Josué respondió al pueblo: Vosotros sois testigos contra vosotros mismos, de que habéis elegido a Jehová para servirle. Y ellos respondieron: Testigos somos. Quitad, pues, ahora los dioses ajenos que están entre vosotros, e inclinad vuestro corazón a Jehová Dios de Israel. Y el pueblo respondió a Josué: A Jehová nuestro Dios serviremos, y a su voz obedeceremos.”

    Compromisos de momento, esa parece que es la tónica de muchas personas, inclusive de los hijos de Dios. Muchos caemos en el emocionalismo de comprometernos por un momento, pero después dejamos ese compromiso y no seguimos lo acordado. Sobre todo, cuando se trata de decisiones serias.

    Por ejemplo, cuantos de nosotros hacemos resoluciones de año nuevo y no las cumplimos, cuantos padres dicen a sus hijos que harán algo y no lo hacen, cuantas parejas se prometen amor eterno y se divorcian después, etc. Definitivamente como personas tenemos una tendencia a no guardar nuestros compromisos seria y fielmente.

    El pueblo estaba en Siquem escuchando todo lo que Josué tenía que decir referente al compromiso de vida que cada uno de ellos debía hacer para servir a Dios solamente (Jos. 24:1-15), y ahora era el turno de ellos de responder al llamado de su líder, y en forma unánime contestan: “Nunca tal acontezca, que dejemos a Jehová para servir a otros dioses” (v. 16).

    Parecería indeclinable esa respuesta, ya que expresan que “nunca” dejarían a Dios, sino que se comprometían todos a servirle. Josué, intuyendo que esto no fue considerado adecuadamente, les vuelve a decir que no van a poder servir a Dios sencillamente, porque el Señor no va a tolerar fácilmente eso compromiso ligero “porque él es Dios santo, y Dios celoso; no sufrirá vuestras rebeliones y vuestros pecados” (v. 19), y ellos nuevamente les responden que “no, sino que a Jehová serviremos” (v. 20), y luego sabemos la historia. En Jueces leemos que después de la muerte de Josué el pueblo sí se apartó de seguir a Dios (Jue. 2:1-14).

    El problema estaba en ellos todo el tiempo, Josué mismo les repite: “Quitad, pues, ahora los dioses ajenos que están entre vosotros, e inclinad vuestro corazón a Jehová Dios de Israel” (v. 23). La idolatría en ellos estaba siempre presente, y aunque entendían lo que Dios les pedía, ellos no tomaban una decisión concreta de erradicar todo vestigio de idolatría de sus vidas.

    Esta lección debe ayudarnos a mirar con detenimiento lo que nos pasa cuando no tomamos una decisión definitiva, primero, de sacar de nuestra vida todo vestigio de pecado e idolatría en nosotros, y, segundo, de hacer un compromiso serio y diario con Dios para agradarle todos los días de nuestra vida.

    Para lograrlo debemos pasar leyendo la Biblia todos los días, porque Ella nos recuerda constantemente lo que sí le agrada a Dios y lo que le disgusta. Además, debemos morir cada día a nuestra carne y entregarnos a un sacrificio diario de seguirle. Y requerimos buscar creyentes maduros, sabios y prestos para que nos ayuden a seguir estos pasos mediante la rendición d

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