Bitacora de Aventuras  Por  arte de portada

Bitacora de Aventuras

De: Natalia Pujols Rivera
  • Resumen

  • ¿Eterno niño feliz? ¡Yo también! ¿Te gustan las historias? ¡Te regalo un libro en formación! Una Bitácora de Aventuras, que ando llenando con historias; algunas de la vida real, algunas de mundos paralelos, y otras, simplemente fantásticas, vividas junto al Gran Augusto, el pequeño duende de compañía, que habita en “La Princesa”.
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Episodios
  • 000 - Te Cuento, por encimita
    Dec 6 2019

    Te saluda Natalita, y por ahí anda mi duende Augusto, que no se si lo oyes todo emocionado. Él es el más fiel compañero que existe, ¿y sabes qué? ¡A ti también te acompaña uno, aunque todavía no lo conozcas! Soy una niña eterna que ayuda a otros a recordar La Gran Ciencia del Balance, contando historias de nuestras aventuras por La Princesa. Junto con Augusto, y muchos otros guías, imparto sesiones de sanación cuántica a todos esos niños eternos que están dispuestos a sanar, reprogramando sus creencias, pero de todo eso te cuento en las notas del programa. Mientras tanto, te dejo con una de las versiones de mi misma, que cuentan historias de colores, según quien decida contar la historia del día.

     

    Bitácora de Aventuras, Edición Te Cuento (por encimita):

        En mayo de 1992 sostuve un micrófono en las manos por primera vez, no recuerdo gran temor, mas bien quería hacer todo lo que estaba practicado, por esa época una de mis preocupaciones principales en la vida era seguir las normas establecidas, pues me libraba de tener mayores interacciones con otras personas, y de recibir instrucciones y/o regaños.  Cabe destacar que Aladdin sería el “hit” de ese verano y yo, que soñaba ser la princesa Jasmine, veía en el pañuelo azul verdoso, transparente y con lentejuelas (que colgaba de mi dedo como parte de la ropa que nos escogieron para la actividad de graduación) la oportunidad de ser ella por un día. Sabía que sería el último día que lo usaría frente a un público, y había que aprovechar la ocasión, nos preguntaron qué seríamos cuando grandes, y cada uno tuvo su turno en el micrófono.  Yo agarré el micrófono con una mano, y agité el pañuelo con la otra mientras hablaba, solo recuerdo contestar “marinera” y tratar de estirar la conversación para poder agitar el pañuelo un poquito más. Lo más gracioso de todo el asunto es que todo estaba grabado, así que solo en mi cabeza se estiró la conversación, sostuve el micrófono y conté mil historias.  

    Tengo la teoría de que si me parara frente a esa niña hoy no se daría cuenta de que soy ella unos años  después, porque aunque lo más cercano de la “marinería” que he llegado a estar ha sido navegar en un kayak, todavía me visto de Jasmine de vez en cuando, me encanta contar historias, me meto en mis pequeños mundos a hacer historias paralelas, y la verdad es que no he crecido la gran cosa (ni en estatura ni en edad real).  

        Mi nombre es Natalia, me dicen (y me siento) Natalita, y convivo con la pequeña Natalita y su duende, el Gran Augusto. Entre las tres contamos historias (guiadas por Augusto).  Mi intención con este proyecto, que anda en formación hace unos años, es contar historias, y con ellas traer sonrisas, a veces risas, y otras veces ojos grandes (vergüenza ajena y todo lo que venga),  porque le encuentro el chiste a todo (hasta a lo que algunos me cuentan que no debería dar gracia). Quizás por eso de darle realidad a aquella profesión a la que nunca me dediqué (por el momento, nunca se sabe), las historias que he estado contando terminaron por llamarse bitácoras, historias contadas por una eterna niña feliz, para todos los otros niños eternos (que pretendo encontrar y concentrar). 

     

    19 de octubre de 2019 

     

    Dentro de dos semanas te cuento otra historia, mientras tanto, puedes conectar conmigo la próxima semana en Sanando con tu Duende, un espacio para la sanación cuántica. Un podcast en el que te cuento lo que me enseña mi duende Augusto a través de nuestras sesiones de sanación. Si me quieres ver antes, te espero el miércoles a las 12 PM hora de Puerto Rico, a través de nuestro canal de YouTube y en Instagram, en una sesión en vivo en la que podrás hacerle tus preguntas a Augusto, y de paso ir aprendiendo a conectar con tu duende. Sí, tienes un duende. Te recuerdo que junto con Augusto, y muchos otros guías, imparto sesiones de sanación cuántica a todos esos niños eternos que están dispuestos a sanar, reprogramando sus creencias. En las notas del programa te dejo todos los enlaces, para que puedas reservar tu sesión, y visitarnos en nuestros otros espacios. 

     

    https://linktr.ee/natalita_

     

    Nos veremos otro dia que no sea hoy. ¡A dormir!

     

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  • 001 - Les sigo contando
    Dec 8 2019

    Te saluda Natalita, y por ahí anda mi duende Augusto, que no se si lo oyes todo emocionado. Él es el más fiel compañero que existe, ¿y sabes qué? ¡A ti también te acompaña uno, aunque todavía no lo conozcas! Soy una niña eterna que ayuda a otros a recordar La Gran Ciencia del Balance, contando historias de nuestras aventuras por La Princesa. Junto con Augusto, y muchos otros guías, imparto sesiones de sanación cuántica a todos esos niños eternos que están dispuestos a sanar, reprogramando sus creencias, pero de todo eso te cuento en las notas del programa. Mientras tanto, te dejo con una de las versiones de mi misma, que cuentan historias de colores, según quien decida contar la historia del día.

     

    Bitácora de Aventuras, edicion, les sigo contando:

        Cuando leí El Principito por primera vez, solo se me quedaron en la cabeza tres temas principales: “mira, no soy la única niña insistente y preguntona”, “sí, se puede vivir en un planeta sola con una flor” y “ay, no se dibujar tampoco”.  El “ay, no se dibujar tampoco” en realidad creo que fue más un “mis dibujos no son tan buenos como los de mis compañeros del salón, mejor no dibujo más”. Unos 7 años después entré a la universidad, irónicamente, a una disciplina en la que básicamente tu trabajo depende de dibujar tus ideas. Me encantaba imaginar los espacios en los que estarían las personas, ventanas, no ventanas, escaleras, rampas, doble altura, había tanto para escoger, era tan divertido.  Claro, era divertido mientras me paraba frente al papel en blanco sin tocarlo y sintiendo que todo estaba hecho, porque en efecto estaba hecho, pero solo en mi cabeza. Recuerdo (ya hoy con ternura más que otra cosa) la frustración del momento, de finalmente poner la mano sobre el papel y empezar a dibujar, que solo yo en mi cabeza lograra ver las construcciones y escuchar frases como “ahí no hay nada”, “eso no sirve”, “deberías aprovechar la tarde y darte de baja, no sirves para esto”, y cosas por esa línea. Claro, que soy una maldita orgullosa de mierda, y cuando me decían eso al otro día llegaba con los dibujos traducidos “para Mayores de 5 años ” y, aunque no fuera la más talentosa del grupo (que la verdad ni lo fui mientras estuve allí, ni ha sido una mayor preocupación después de graduarme) lograba darle daba la vuelta a todo y al final terminé la carrera.  

           Unos 15 años después de la universidad, y más o menos 20 después de leer el libro por primera vez, hablando sobre unas ideas para el libro online (que llevo unos años escribiendo), me escuché a mi misma y me dije, pendeja, no has superado el miedo a la página en blanco y continúas con tu “ermitañez” (aunque al menos ya aprendí que no es tan fácil vivir en un planeta sola con una flor).  Esa misma noche, empecé a hacer los dibujitos que hoy acompañan a las historias que estoy por empezar a contar, unos meses más tarde comencé a leerlas en un app de grabación que bajé al celular, y hoy le di click a “post” (un paso pequeño para mis deditos, pero gigante para los ermitaños).

          Siempre me ha gustado la idea de que un mundo gigante habita en la cabeza de cada persona, y que cada cual da y recibe información a su manera, así que, aunque la idea original era contar historias escritas, y después llegaron los dibujitos, se me ocurrio que quizas alguien querría escucharlas en lugar de sentarse a leer. Y por ahí va la cosa, a paso lento pero seguro.

     

    29 de octubre de 2019

     

    Dentro de dos semanas te cuento otra historia, mientras tanto, puedes conectar conmigo la próxima semana en Sanando con tu Duende, un espacio para la sanación cuántica. Un podcast en el que te cuento lo que me enseña mi duende Augusto a través de nuestras sesiones de sanación. Si me quieres ver antes, te espero el miércoles a las 12 PM hora de Puerto Rico, a través de nuestro canal de YouTube y en Instagram, en una sesión en vivo en la que podrás hacerle tus preguntas a Augusto, y de paso ir aprendiendo a conectar con tu duende. Sí, tienes un duende. Te recuerdo que junto con Augusto, y muchos otros guías, imparto sesiones de sanación cuántica a todos esos niños eternos que están dispuestos a sanar, reprogramando sus creencias. En las notas del programa te dejo todos los enlaces, para que puedas reservar tu sesión, y visitarnos en nuestros otros espacios. 

     

    https://linktr.ee/natalita_

     

    Nos veremos otro dia que no sea hoy. ¡A dormir!

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  • 002 - Te Cuento
    Dec 8 2019
    Te saluda Natalita, y por ahí anda mi duende Augusto, que no se si lo oyes todo emocionado. Él es el más fiel compañero que existe, ¿y sabes qué? ¡A ti también te acompaña uno, aunque todavía no lo conozcas! Soy una niña eterna que ayuda a otros a recordar La Gran Ciencia del Balance, contando historias de nuestras aventuras por La Princesa. Junto con Augusto, y muchos otros guías, imparto sesiones de sanación cuántica a todos esos niños eternos que están dispuestos a sanar, reprogramando sus creencias, pero de todo eso te cuento en las notas del programa. Mientras tanto, te dejo con una de las versiones de mi misma, que cuentan historias de colores, según quien decida contar la historia del día.   Bitácora de Aventuras, edición te cuento:       Cuando era "adolescente" estaba convencida de que quería ser la primera presidenta de Puerto Rico, me incomodaban tantas situaciones del país, quería traer cambios. Poco tiempo después, le perdí el interés, quizás porque con el tiempo uno entiende mejor que liderar un país no se trata de ponerse un título y tener las buenas intenciones.        Entré en una etapa de burbuja, me aseguré de rodearme solo de lo que me hiciera olvidar y ser feliz; casita pequeña, no televisión, no noticias, plantitas en el balcón para tener a quien contarle mis historias. Esta etapa no me duró tanto, se me ocurrió que no necesariamente tenía que ser la presidenta para hacer algo por la isla, quizás porque me gustan los experimentos y soy macabramente impulsiva.        Empecé a ponerme pequeñas misiones a corto plazo; como depender del transporte público en lugar de guiar, para pensar cómo mejorarlo; cambiar mi dieta, para cuidar mejor mi cuerpo y la tierra; conocer culturas nuevas, para ver otros estilos de vida; renunciar a mi trabajo, para dejar de pintar de rojo o azul las propuestas según el alcalde; quedarme con el trabajo que no fue parte del plan, para seguir confirmando que existen pocas cosas tan gratificantes como la sencillez de ver a una persona feliz por comer.        Después pensé, sí, tremendo Natalita, todo esto beneficia a una sola persona, vamos a establecer misiones con mayor alcance, que afecten a otros compañeros humanos y los buenos proyectos que debe haber por ahí. Me dediqué a conocer y contar las historias de nuevos emprendedores en la isla; producción local, artistas, cocineros, costureros, músicos, agricultores. Los nuevos agricultores se ganaron mi corazón de una manera muy especial, entre mi amor por las plantitas y el deseo de volver al monte que mi familia orocoveña siempre ha desalentado con sus "tanto que estudiaste, y quieres echar pa'trás".        Empecé la misión de apoyo a ellos haciendo mis compras en mercados pequeños y al verdurero que pasa por la calle con su carrito de compras. Entonces me di cuenta de que para traer cambios grandes no hace falta hacer tanto ruido, basta con tomar pequeñas decisiones a diario; así que dejé de consumir por completo en todas las industrias que no fueran boricuas.        Me puse como meta a largo plazo regalarme una finquita, y unirme a todos esos proyectos de los que tanto había estado leyendo (al final, la vida de burbuja que tanto estaba buscando es un poco más fácil en el monte). Literalmente, la próxima semana, busqué en clasificados anuncios de fincas, solo para ir motivándome a hacerlo dentro del año que me había propuesto. Encontré un anuncio que me pareció muy bueno para ser cierto pero dije, no tienes nada que perder, llama; una semana después, compré el terreno, sin saber nada sobre cómo cultivarlo; maldita impulsividad.        Desde entonces, he estado aprendiendo por mi cuenta sobre la agroecología y todas las posibilidades para el pequeño espacio que adquirí, y que ahora cuido. No tengo un plan concreto para él, bueno, ella, su nombre es femenino, pero sí sé que en un futuro me gustaría que sirviera para sustentar a mi familia y, por qué no, de inspiración a todo el que anda coqueteando con la idea de vivir una vida en el monte, con todas las libertades que van de la mano con esa vida.        Habiéndote contado una de mis historias, te cuento que si escuchar historias es para ti, aquí estaré todos los días regalándote una, y con ganas de escuchar las tuyas, no sin antes dejarte con un "la" de la próxima historia para que corras a leerla (o en la dirección contraria) lo más rápido que puedas: esta es la Bitácora de Aventuras de una eterna niña de 5 años, que vive asumiendo esa postura firmemente, con todo lo que tener 5 años por siempre implica.    13 de enero de 2017   Dentro de dos semanas te cuento otra historia, mientras tanto, puedes conectar conmigo la próxima semana en Sanando con tu Duende, un espacio para la sanación cuántica. Un podcast en el que te cuento lo que me enseña mi duende Augusto a través de nuestras sesiones de sanación. Si me ...
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