Amaia fue asesinada el 16 de marzo de 2011. Amaia, que vivía en Getaria, se dirigió a Zarautz a hacer unos recados. Cuando salió del Eroski y fue en dirección al coche, alguien la interceptó. Todas las alarmas saltaron cuando Amaia no fue a recoger a sus dos hijas. Mientras su marido interponía una denuncia por desaparición en Ibaieder unas mujeres encontraban lo que parecía ser la escena de un crimen.

Las hermanas Matilde y Encarnación regentaban un estanco que no abrieron el 11 de junio de 1952. Las alarmas saltaron cuando ninguna de ellas fue a una reunión familiar. Ellas no solían faltar a ese tipo de eventos y nunca cerraban el estanco sin motivo. Cuando el sobrino de ellas se acercó al estanco las vio sin vida.

Lucía Vivar fue una niña de tres años que desapareció el 26 de julio de 2017 en Pizarra, Málaga. Su cuerpo fue encontrado al día siguiente en las vías del tren, a cuatro kilómetros de donde había sido vista por última vez. La versión oficial sostiene que la niña caminó sola por las vías durante 4 kilometros, donde fue, finalmente, atropellada por un tren. Sin embargo, la familia y muchos expertos cuestionan esta versión, señalando inconsistencias y posibles negligencias en la investigación.

Aurora Mancebo desaparece la noche del 27 de febrero del 2004. Aurora no había pasado una buena temporada, así que cuando aquella noche decide salir, sus padres no se lo impiden. Aurora marchó con una sonrisa de casa; ahora, 20 años después, su desaparición sigue siendo un misterio.

Encarnación Jiménez Moreno, conocida como "La Mataviejas", es un caso que alertó a toda la ciudadania madrileña en el año 2003. Esta mujer, fue acusada de asesinar a numerosas ancianas, convirtiendo su hogar en un lugar de horror. Con un modus operandi marcado, maniataba, entre otros actos, a sus víctimas para luego robar sus pertenencias. Una mujer que dejó mas de 15 víctimas, algunas mortales.

María Teresa de 18 años desaparece de Motril el 18 de agosto del 2000. La última vez que se la ve es ese mismo día sobre las diez menos veinte de la noche cuando esperaba al bus que la llevaría al concierto de Café Quijano. Sin embargo, nunca llega. Nadie sabe nada ni hay indicios que ayuden a la investigación. Todo es así hasta el 2004 cuando una carta enviada desde prisión parece tener la respuesta de lo sucedido, o al menos al culpable.

Una ola de asesinatos sacude Gasteiz en 1998. En un año aparecen asesinados cuatro vecinos, Esther Areitio, Acacio Pereira, Agustín Ruiz y Begoña Rubio. Todos tendrían decenas de puñaladas, unas escenas limpias, impolutas, que van dejando los crímenes sin resolver. Excepto Begoña Rubio, su escena del crimen sería caótica, desordenada y dejaría la clave para dar con el culpable. Al menos, de la mitad de los casos.