• CDAYH ¿Me cambio de iglesia?

  • Jul 17 2024
  • Duración: 42 m
  • Podcast

CDAYH ¿Me cambio de iglesia?  Por  arte de portada

CDAYH ¿Me cambio de iglesia?

  • Resumen

  • CDAYH ¿Me cambio de iglesia? Transeúntes en las congregaciones evangélicas Si piensas cambiar de congregación déjame sugerirte cuándo es imprescindible y cuándo desaconsejable buscar un nuevo lugar. El fenómeno del transeuntismo en las iglesias es tan antiguo como la existencia de la misma Iglesia. Por lo tanto, no es algo que nos deba alarmar ni extrañar. Sin embargo, me siento animado a dedicar mi soliloquio de esta semana entendiendo que hablo de movimientos incorrectos de una congregación a otra y a cómo prevenirlos o, por qué no, evitarlos. Ante todo, debo dejar claro que me distancio de cualquier legalismo en esto de poder o no cambiar de iglesia. Pongamos la base común de que Dios puede, legítimamente, trasplantar a una oveja o familia de una iglesia a otra, sin perjuicio de que haya movimientos que no son guiados por el Espíritu del Señor, aunque nosotros se los atribuyamos. Pero en esto, como en tantas otras prácticas eclesiales, debemos huir del extremo de violentar la conciencia de cualquier miembro de una congregación, prohibiendo o forzando un cambio en su membresía. ¿Quién soy yo para enseñorearme de las vidas que Cristo compró con su preciosa sangre y establecer una pauta en su voluntad que contradiga el libre ejercicio de su conciencia? Ya lo advirtió el apóstol Pedro a los pastores: “Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey” (1 Pedro 5:2-3). Ese tener “señorío” es abuso espiritual y conviene desendiosar un poco la figura del pastor, apóstol o líder espiritual, al recordarnos que no somos señores de las ovejas, sino simples servidores que damos un consejo o intentamos guiar con la Escritura y con la luz que el Señor nos da. Pero la última palabra la tiene el Rey, quien merece el lugar del trono en cada corazón. Y a esa autoridad máxima remitimos a nuestros hermanos, pues todos le debemos obediencia. Dicho esto, definamos transeúnte. Un transeúnte es alguien que está de paso, que no reside sino transitoriamente en un sitio. A nivel sociológico, el transeuntismo, lejos de la figura romántica del nómada, está conectado con la mendicidad o la vida del vagabundo. Es muy diferente a la trashumancia. El trashumar nos remite a la escena del pastor conduciendo a su rebaño desde las dehesas de invierno a las del verano, y viceversa. De esta forma, trashumar es parte del cuidado del rebaño. Es decir, el pastor puede guiar a sus ovejas en un viaje hacia nuevos pastos y ponernos al cuidado de otros pastores, si lo estima conveniente, que le sirven como colaboradores. Lo que no es normal es que estemos cambiando de iglesia cada cierto tiempo. Me viene al recuerdo el título de una película que, confieso, ni siquiera he visto, pero que ha sido ingeniosamente denominada: Gente que viene y bah. En toda iglesia evangélica hay un ir y venir de personas. Solo que algunas dejan una huella positiva e imborrable, y son añadidos por Dios con la misma precisión apostólica con la que Bernabé fue en busca de Saulo y este se quedó sirviendo en ese poderoso mover creciente de Antioquía de Siria, mientras que otros vienen y van, y al pensar en ellos uno es tentado a decir: ¡Bah! Cuándo hay que cambiar de congregación Antes de darte algunos consejos, si estás pensando en cambiar de congregación, déjame sugerirte cuándo es imprescindible buscar un nuevo lugar en el que reunirnos. 1. Escapa por tu vida si el pastor o pastores se han convertido en una especie de papado evangélico cuasi infalible y con una palabra que, por poco, está al nivel de las Sagradas Escrituras. Cualquier grupo con liderazgo autoritario, que demanda sujeción ciega, consciente o inconscientemente, se ha convertido en secta. 2. Recoge tus cosas y vete, si se ha perdido el temor de Dios y el amor por la santidad. O, todo lo contrario, si hay un énfasis excesivo en la santidad (a menudo relacionada con cosas exteriores como el vestir o el comer) al punto de sentir que, o perteneces a una élite farisea, o no eres bienvenido allí. Tal orgullo espiritual es peligrosísimo. 3. Vuela de un nido en el que el alimento pasa de ser el sencillo y poderoso evangelio, con sus verdades de gracia y cristocéntricas, y ahora se hace una exaltación de doctrinas extrañas y de sus iluminados de tres al cuarto. Las epístolas del Nuevo Testamento combaten tales errores doctrinales: judaizantes (en los Gálatas); gnósticos, nicolaítas y ascetas (en las epístolas de Juan); filosofías místicas (en Colosenses); etcétera. 4. Ponlo en oración, si tu iglesia es un cementerio de jóvenes que ha perdido la carga, la visión o la gracia para discipular a niños y jóvenes, si es que alguna vez la tuvo. Especialmente cuando ves a tus propios hijos o nietos o sobrinos atraídos ...
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