En respuesta a una pregunta sobre lo que ocurre en el momento de la muerte, analizamos la naturaleza de la vida y la muerte, y por qué, para la mayoría de la gente, la muerte es una lucha tan grande. Es apenas del año 2015, y el protagonista es un niño llamado Luke Ruehlman. Un niño que asegura haber sido una mujer. Una mujer que murió en un incendio. Todo comenzó, como decía, en ese año de 2015. Para ese momento, el pequeño Luke sólo tenía dos años. Una edad en la que, como se imaginarán o habrán observado en los niños de sus familias, no es para nada común que los pequeños armen por su cuenta relatos complejos. Y mucho menos que incorporen elementos que desconocen por completo. Bien, el caso es que Luke, a los dos años, ya había comenzado a hablar. Esto es normal, pero Luke iba bastante avanzado para su edad. Y, en sus primeras comunicaciones, aparecía constantemente un nombre: “Pam”. Nadie en la familia se llamaba así y, como es lógico, sus padres comenzaron a hacerle preguntas. Lo primero que pensaron fue que se refería a los tan comunes amigos imaginarios. Pero sería el mismo Luke quien dejaría en claro que se trataba de algo muy diferente. Su madre, Erika, como es lógico, comenzó a interrogarlo. «¿Quién es Pam?» La respuesta de Luke fue un balde de agua helada para sus padres. «Yo solía ser Pam», dijo el niño. El Caso de las Gemelas Pollack. Comenzó el domingo 5 de mayo de 1957, en la ciudad de Hexham, en Inglaterra. Aquel día, los esposos John y Florence Pollock salieron de su casa para ir a misa. Con ellos iban sus dos hijas. Johanna, de 11 años, y Jacqueline, de 6. Las niñas se habían adelantado unos metros, siempre a la vista de sus padres. Pero no lo bastante cerca como para evitar un hecho espantoso: al rebasar una esquina y cruzar la calle sin mirar, un vehículo atropelló a las dos niñas, matándolas en el acto. Pasó un año de la tragedia y el matrimonio Pollock tuvo una noticia inesperada: Florence estaba nuevamente embarazada… y eran gemelos. Gillian y Jennifer nacieron el 4 de octubre de 1958. Dos bebés sanos, pero con particularidades que provocaron un gran asombro en sus padres… y una gran inquietud. Porque Jennifer tenía una marca de nacimiento, justo en la frente. El mismo lugar en donde la fallecida Jacqueline había recibido tres puntos de sutura por una herida que se hizo en una caída, cuando era muy pequeña. Por otra parte, Gillian tenía un notorio lunar en el lado izquierdo de la cintura. Un lunar idéntico al que tenía la fallecida Johanna.

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