Editoriales y Opiniones

De: Radio YSUCA
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  • Editoriales y Opiniones de la UCA que se emiten vía YSUCA, 91.7FM y en línea www.ysuca.org.sv. Con temas de realidad nacional e internacional
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Episodios
  • Genocidio en Gaza
    Oct 10 2024
    Un año ha pasado desde que, el 7 de octubre de 2023, la organización palestina Hamás lanzó el que es considerado el ataque más mortífero en la historia de Israel, el cual se saldó con 1,200 personas asesinadas (en su mayoría civiles), 5,400 heridos y 251 rehenes (97 de ellos siguen cautivos). El operativo provocó indignación generalizada. Sin embargo, el hecho no puede comprenderse en toda su magnitud sin considerar los factores históricos, sociales y estructurales que explican las extremas condiciones de precariedad en las que viven los palestinos en la franja de Gaza. Ignorar la permanente negativa de Israel a cumplir los acuerdos de Oslo de 1993, que buscaron sentar las bases para un Estado israelí y uno palestino conviviendo en paz, es una omisión imperdonable. No traer a cuenta la progresiva invasión de Israel a territorios palestinos y el bloqueo y asedio que estos han sufrido durante los últimos 15 años es no comprender la complejidad del problema. Rendir homenaje a los 1,200 israelís asesinados hace un año es de rigor, al igual que denunciar la respuesta de Israel al ataque de Hamás: las víctimas mortales por la represalia israelí en la Franja de Gaza suman ya 41,467; de ellas, 11,300 son niños y niñas. Además, se registran 95,921 heridos y el 90% de la población ha sido desplazada. La ONU estima que más del 70% de todas las viviendas de las familias de Gaza han resultado destruidas o dañadas desde el comienzo de los operativos. A la luz de estas evidencias, es un eufemismo calificar como desproporcionada la reacción de Israel; el término apropiado es genocidio. Nadie, ni siquiera Estados Unidos, ha podido evitar que Israel pase por encima de los parámetros internacionales de respeto a los derechos humanos. Israel ha bombardeado escuelas, hospitales, hospicios y guarderías con total impunidad. Lo que pasa en Gaza y que se extiende progresivamente a otros territorios esta lejos de ser una guerra entre iguales, porque los recursos con los que cuenta Israel son incomparables a los de sus adversario. Por ejemplo, el PIB israelí es 488,500 millones de dólares; el de Palestina, 5,407. El ingreso per cápita de un israelí es 50 veces mayor al de un palestino. Para profundizar en la desigualdad de recursos, Estados unidos, desde que inició el conflicto, envió 17,900 millones de dólares en ayuda militar a Israel. Además, el 23 de abril de este año, el Senado de Estados Unidos, aprobó otros 26,400 millones. El fracaso de la sociedad mundial para poner paro al castigo indiscriminado contra millones de palestinos marca un hito en la actual etapa oscura de la humanidad. Para detener el genocidio en Gaza no basta con llamar a la paz a Israel y Palestina; se deben tomar medidas serias que ayuden a lograr ese objetivo. Quienes proveen las armas y los equipos tienen gran responsabilidad en esta tragedia, así como las lecturas históricas interesadas, los intereses geoestratégicos y la narrativa religiosa que justifican la violencia.
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  • Los mil días de Carlos Abarca
    Oct 10 2024
    Hace casi exactamente 30 años se aprobaba en la OEA la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas. Entró en vigor hasta 1996. El Salvador, probablemente preocupado por el alto número de desaparecidos durante la guerra civil, nunca ratificó la Convención. La simple formulación del primer artículo debía sin duda asustar a las autoridades de aquella época. Decía y dice: “No practicar, no permitir, ni tolerar la desaparición forzada de personas, ni aun en estado de emergencia, excepción o suspensión de garantías individuales”. Ante la falta de voluntad del Estado, a la sociedad civil le tocó asumir, en aquellos momentos, el deber de humanidad de luchar contra las desapariciones. Cómo no recordar al P. Jon Cortina, que con un grupo de campesinos emprendió la difícil tarea de buscar niños desaparecidos, teniendo un éxito notable. Pero la historia siguió su curso y tanto las maras como algunos miembros de la PNC, aliados a grupos de exterminio, continuaron cometiendo el delito de desaparición forzada. Con el régimen de excepción, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha advertido a El Salvador sobre la posibilidad de que este delito se esté cometiendo. Un delito que, por cierto, es permanente y continuo hasta que no se revela el paradero del desaparecido. Y que durante ese tiempo hace sufrir terribles ansiedades y dolores a los familiares. Un dolor que aumenta día a día al ignorar la suerte del desaparecido, al no saber si está siendo sometido a tortura o tratos crueles y degradantes, y al recibir con frecuencia maltrato de parte de las autoridades ante la lógica insistencia en preguntar por su pariente, producto de la angustia y de la lentitud con la que se tratan los casos. El sistema americano de derechos humanos nos recuerda que las desapariciones pueden convertirse en ocasiones en crímenes contra la humanidad. Es cierto que El Salvador tiene una legislación dura contra las desapariciones. Pero la legislación no soluciona el problema cuando no se trabaja adecuadamente en la búsqueda de los desaparecidos. A Carlos Abarca lo desaparecieron dos meses antes de que comenzara el régimen de excepción. Los más de mil días de ineficiencia policial y fiscal agravan la desaparición. Fue humillante, cruel y vergonzoso que un miembro de la PNC le dijera a la madre de Carlos que no merece la pena gastar dinero en la búsqueda porque es casi seguro que el joven está muerto. Toda madre tiene derecho a saber la suerte de un hijo. Y si está muerto, recuperar sus restos, conocer las condiciones en que falleció y enterrarlo en un lugar decente donde se le pueda recordar. Carlos Abarca se está convirtiendo en el símbolo del desinterés del Estado ante un delito tan grave como la desaparición forzada. Todos sabemos que no es un delito raro en El Salvador. La semana pasada se encontró una fosa clandestina con restos humanos. Las noticias nos dicen que diversas familias con parientes desaparecidos se acercaron al lugar, ubicado al final de la colonia Cumbres de San Bartolo. Trabajar con la mayor celeridad posible, hacer exámenes de ADN, informar a las familias, investigar la identidad de quienes asesinaban y enterraban en las fosas son tareas que deben ser realizada sin lentitud y sin excusas. Más allá de a quién pertenezcan los restos encontrados en la fosa, Carlos Abarca y la persistencia de su madre deben permanecer en nuestra memoria y ser un continuo acicate para que todos pidamos verdad y justicia tanto en su caso como en el de todos los desaparecidos.
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  • Viejas ideas presupuestarias
    Oct 8 2024
    El anuncio del proyecto de presupuesto nacional para el próximo año trae malas noticias. Mientras la Presidencia de la República se receta un aumento de 27 millones de dólares y se le asignan casi 53 millones más a la Fuerza Armada, a la salud se le recortan 90 millones; al Ministerio Público, más de 50; a educación, 31; y a seguridad y justicia, 15. Ciertamente, en el primer Gobierno de Nuevas Ideas hubo un sustantivo aumento del presupuesto en educación, pero en este campo siempre es necesario más. Frenar y retroceder significa atrasar el desarrollo del país. Y lo mismo puede decirse respecto a los recortes en la salud y la seguridad. La Fuerza Armada no es tan importante para el futuro como la educación, la salud y la seguridad ciudadana. Valorarla más que a los instrumentos naturales y normales de desarrollo humano es desatinado. Aunque se pueda decir que en realidad no recibe más que una tercera parte del presupuesto de salud, no tiene justificación aumentarle tan notablemente el presupuesto mientras los rubros fundamentales descienden. Y menos si se considera que también cultura, trabajo y medioambiente experimentarán una merma. El descenso de la criminalidad constituye una oportunidad para impulsar el desarrollo humano e invertir en una PNC que en el pasado se vio superada por la actividad delincuencial. Aún son tareas pendientes mejorar la capacidad de investigación interna, lograr un trato humano y cordial con la población, formar y capacitar para la persecución de delitos complejos, dotar a los agentes con vehículos y sistemas de comunicación adecuados. Invertir en la Policía en estos tiempos de relativa tranquilidad es la mejor manera de prevenir la violencia. Y si paralelamente se mejora la salud y la educación de la población, más fácil será avanzar en cultura de paz. Además, invertir en los jóvenes, en su salud y en su educación, es una tarea urgente dada la tendencia al envejecimiento de la población salvadoreña. Solo una población bien formada podrá enfrentar los retos de un porvenir en el que las cargas sociales serán más pesadas. Ahora bien, no es nueva la idea del Gobierno de Nayib Bukele de recortar gastos del presupuesto de la nación para satisfacer al Fondo Monetario Internacional y obtener acceso a crédito; muchos países lo han hecho antes, trasladando así los excesos financieros del Estado al bolsillo de los contribuyentes. Es lo más fácil. Y en El Salvador se hará recurriendo a la fórmula más cómoda: que sufran más los que menos tienen. En este sentido, la famosa medicina amarga no es más que una reedición de una de las recetas típicas del capitalismo salvaje. Los medios clásicos de mejorar las capacidades de la gente y darle mejores oportunidades de vida son la educación, la salud y la seguridad social y ciudadana. Países con problemas de desarrollo que se volvieron altamente desarrollados en la segunda mitad del siglo XX invirtieron masivamente en esas áreas. Darle más recursos al ejército mientras se recorta la inversión social y se ofrecen descuentos de renta a los grandes inversionistas no conducirá al bienestar de El Salvador.
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