Facundo Cabral (1937-2011) cantautor, poeta, dibujante y escritor que recorrió el mundo al estilo de los trovadores de la edad media, nuestro juglar del siglo XX, imposible de obviar en la historia de la cultura latinoamericana.

Nació el 22 de mayo de 1937 en la ciudad de La Plata. Su infancia fue signada por el abandono de su padre, y siendo el mayor de sus hermanos quiso convertirse en el sostén de su familia.

En Buenos Aires se enamoró de las milongas, el tango, Troilo y fue el Indio Gasparino. Era la época de los clubes los festivales, y con el “Dale, dale Federico” “Volveré, volveré” “El Lustrabotas” “Indio Go Home” llegó a ser el primero en ventas con 180.000 vinilos.

En pleno éxito se fue a la isla de pascua a “encontrarse”, de allí a América Central, pero siempre volvía a Argentina, a Tandil, a su madre, a sus perros. Luego comenzó a viajar por América, y a su regreso se presentó con su nombre: Facundo Cabral.

En Uruguay en 1968 cantó por primera vez “No soy de aquí, ni soy de allá”, volviendo al éxito y transformándose en el título de su canción comenzó a viajar por el mundo: a Europa, a América, a Vietnam a cantar en plena guerra, vivió en kibutz, cantó en una noche buena de Belén y vivió un tiempo con los beduinos en el desierto del Néguev.

A su regreso a Buenos Aires se presentaba en los circuitos de los café concerts, y se convirtió en uno de los grandes emblemas de la canción de protesta. Prohibido y clasificado como “agitador” por la dictadura, con amigos desaparecidos, y en las listas negras, fue a distintas ciudades de américa latina, donde otros dictadores también lo amenazaron y expulsaron y así volvió a Europa.

En 1983 con la democracia regresa para compartir con su gente el “Ferrocabral” en el estadio Obras, en ocho funciones en el Luna Park, y en todas las ciudades del país.

El formato de la canción no le alcanzó para expresar su arte y comenzó editar libros y audiolibros, a pintar y a dibujar, algo que se había despertado en su adolescencia cuando le dieron la posibilidad en el diario “El Eco” de Tandil, de publicar en forma semanal sus historietas.

En sus viajes buscó, como a Perón a sus nueve años, a aquellos maestros a los que admiraba: en Paris estuvo dos días en un bar esperando ver pasar a Chagall. Frecuentó a Troilo, a Vinicius de Moraes, a Borges, a Atahualpa Yupanqui, a Chabuca Granda, a Merdeces Sossa, con quien hizo una gira en el año 2002 por América, a Manzanero, a Krishnamurti en el valle de Ojai. Conoció y frecuentó maestros anónimos en oriente, y chamanes en los pueblos andinos. Cosechó ciudadanías ilustres en la mayoría de las ciudades de América, cantó en palenques, en universidades, en estadios, y en prestigiosos teatros en todo el mundo.

En 1996 la Unesco lo declaró “Mensajero Mundial de la Paz” y fue nominado por un grupo importante de activistas por la paz para el Premio Nobel de la Paz, por su trayectoria ejemplar en la cual ha sembrado por el mundo su mensaje de hermandad, amor, alegría, y libertad.

En Julio de 2007 en Lima la Secretaria General de la Comunidad Andina lo distingue con una condecoración de ciudadano andino en reconocimiento a sus aportes a favor de la Unidad Latinoamericana y la difusión de la cultura de los pueblos originarios.