• Guapa y el periquito

  • Jun 16 2024
  • Duración: 4 m
  • Podcast

  • Resumen

  • Había una vez en la hermosa ciudad de Valencia, España, una cotorra argentina llamada Pepe y una podenca guapa de la calle Capuz llamada Luna. Pepe era un periquito monje de plumaje verde vibrante y ojos curiosos, mientras que Luna era una podenca de pelo corto con una mirada tierna y una cola esponjosa. Pepe y Luna se conocieron un soleado día de primavera en el parque de los Jardines del Turia. Pepe estaba explorando las ramas de un árbol cuando Luna, paseando con su dueña, se acercó a curiosear. Sus miradas se encontraron y fue amor a primera vista. Desde ese momento, Pepe y Luna se volvieron inseparables. Pasaban horas jugando juntos, persiguiéndose por el parque y compartiendo momentos de alegría. Aunque no podían comunicarse en el mismo idioma, eso no era un obstáculo para su amor. Se entendían a través de gestos, miradas y suspiros. Luna se sentía cautivada por la habilidad de Pepe para imitar sonidos y voces humanas. Le encantaba escuchar cómo él recreaba melodías y frases que había escuchado en el vecindario. Pepe, por su parte, admiraba la belleza y la gracia de Luna mientras corría junto a él, persiguiendo mariposas y jugando a atraparse el uno al otro. Pero su amor no estuvo exento de desafíos. La dueña de Luna, llamada Marta, se preocupaba por la seguridad de su querida mascota y temía que la relación con Pepe pudiera ponerla en peligro. Sin embargo, al ver la felicidad que Luna irradiaba cada vez que estaba con Pepe, decidió darles una oportunidad. Marta y Pepe's dueño, Carlos, comenzaron a organizar encuentros controlados entre las mascotas. Paseaban juntos por los parques y se aseguraban de que Luna estuviera siempre a salvo. Pronto, la confianza y la amistad se fortalecieron entre ellos, y Marta y Carlos también comenzaron a entablar una amistad. Con el tiempo, Pepe y Luna se convirtieron en una pareja inseparable. Su amor se fortalecía día a día. Juntos exploraban Valencia, visitando lugares emblemáticos como la Ciudad de las Artes y las Ciencias y el Mercado Central. Además, Pepe les enseñaba a Luna palabras en su peculiar dialecto de cotorra argentina, lo que hacía que su relación fuera aún más especial. La historia de amor entre Pepe y Luna se convirtió en una inspiración para las personas que los conocían. Demostraron que el amor puede superar cualquier barrera, ya sea de idioma o especie. Su amor trascendió las diferencias y unió a dos familias que ahora eran inseparables. Hoy en día, Pepe y Luna siguen viviendo su apasionante historia de amor en Valencia. Su relación es un recordatorio de que el amor y la amistad pueden encontrarse en los lugares más inesperados y que la diversidad y el respeto son fundamentales para construir relaciones fuertes y duraderas. En los parques de Valencia, se puede escuchar a Pepe y Luna cantándole al amor y llenando de alegría a quienes los rodean. Su historia es una prueba de que, en el mundo mágico de los animales, los lazos de amor pueden trascender todas las barreras y llenar nuestras vidas de felicidad y emoción.
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