Algunas veces la calma no te llega en el momento preciso; entonces te llenas de inseguridad, rabia, confusión, desespero y terminas mandando todo a donde ya sabemos.

En otras ocasiones la tranquilidad te lleva a lugares increíbles y retomas el camino sin tanta angustia porque tienes la certeza de que vas bien.

Y luego, estamos los que tenemos el don bonito de mantener la serenidad en momentos de dificultad, aunque este se vaya disminuyendo un poco.

Algunas veces el miedo no nos permite expresar lo que sentimos o pedir ayuda en un momento de dificultad.

Estamos tan acostumbrados a hacernos los fuertes que cuando alguna situación o persona nos lleva al límite y nos sentimos frágiles, preferimos huir que enfrentar nuestro temor y mejorar.

Hablar es la manera más simple, pero importante en el proceso de sanar. No deberíamos sentir pena por estar tristes o pasar por un momento de dificultad, es ese el instante para encontrarnos y renovar nuestros pensamientos.

Algo diferente, compartir conocimientos desde lo que cada uno lee, investiga y analiza en esta sociedad tan cotidiana.

Es indispensable cuestionarse un poco acerca de las cosas que parecen normales a simple vista, porque guardan significados alucinantes cuando se desglosan.

Pon a calentar el agua para que invites a 1 café mientras te cuento sobre las cuestiones que he estado leyendo, esas que me generan inquietud y las cuales converso con ustedes para que cada día salgamos un poco de esta cotidianidad.