Episodios

  • 26 Domingo B Tentaciones
    Sep 24 2024

    Tentaciones

    En el evangelio de hoy Jesús nos avisa de lo que nos inclina a pecar, perder el cielo y puede enviarnos a una condenación eterna. Los demonios odian el infierno, el lugar creado para ellos, e intentan con todas sus fuerzas a que los acompañemos. No podemos ser inocentes acerca de perder nuestra alma. No vemos las tentaciones, pero las sentimos. Hacemos lo que no deberíamos hacer y lo sabemos. Son cosas que no nos van bien y perdemos nuestra felicidad.

    No nos gustan las tentaciones, pero en si son indiferentes. Son buenas si vencemos y son malas si caemos en ellas. Jesús se dejó tentar para darnos un ejemplo de cómo luchar contra ellas y vencerlas. Rezamos cada día en el Padre Nuestro que “no nos dejes caer en la tentación.” No le pedimos a Dios que nos evite las tentaciones, sino que no caigamos en las trampas que el demonio coloca constantemente en nuestro camino.

    Si Dios las permite, significa que nos hacen bien, aunque nos cueste creerlo. Comprobamos nuestra virtud y demostramos a Dios que le amamos, poniéndole en primer lugar en nuestra vida. Nos ayudan a madurar, a ser más fuertes, a conocernos mejor, a no confiar en nuestras propias fuerzas, y a fiarnos más en Dios. No es una buena señal si no somos tentados. Significa que estamos perdidos y el demonio no está interesado en nuestra lucha. Los árboles expuestos a los vientos crecen más fuertes. En tiempo de guerra los militares pueden ascender más rápido en sus carreras. Los aviones despegan contra el viento de frente. Crecemos en tiempos de prueba.

    Sabemos que Dios no deja al demonio que nos tiente por encima de nuestras fuerzas. Tenemos siempre las gracias necesarias para resistir las tentaciones y salir vencedores. San Pablo pidió tres veces quitarse de encima un aguijón que se hundía en su carne, y tres veces Dios le contestó: te basta mi gracia. Debemos preguntarnos con sinceridad, que es lo que queremos.

    Hay una historia famosa de Oscar Wilde que andaba muy despacio por la calle. Alguien le preguntó porque lo hacía. Él contestó con una sonrisa: estoy huyendo de la tentación y quiero que me alcance. ¿Qué hacemos cuando un perro intenta mordernos? Correr para subirnos a un árbol. Se cuenta de un león que estaba enfermo e invitó a los otros animales a que fueran a visitarlo en su cueva. La zorra no quiso entrar. Cuando le preguntaron porque no entraba, ella contestó: “veo los animales entrar en la cueva, pero no veo a ninguno salir de ella.” El león había encontrado un buen sistema de conseguir alimento mientras estaba enfermo. Muchas veces la mejor manera de resistir las tentaciones es huir de ellas, no probar si somos suficientemente fuertes. Debemos ser sinceros y reconocer ambos, nuestra debilidad y el poder de Dios.

    josephpich@gmail.com

    Más Menos
    4 m
  • 25 Domingo B Hacerse niños
    Sep 18 2024

    Hacerse niños

    Nos imaginamos a Jesús caminando con sus apóstoles, yendo de aquí para allá, rodeado de gente, haciendo milagros. Cuando caminamos con un grupo numeroso, se forman diferentes grupitos, delante, en medio y atrás. Se desarrollan diferentes conversaciones y la gente va cambiando de grupo, dependiendo del camino. Jesús oyó que sus apóstoles mantenían una conversación acalorada detrás de él. Cuando llegó a Cafarnaúm les preguntó que discutían. Se quedaron silenciosos, avergonzados. Habían dicho cosas que no querían que se enterara Jesús. Nos pasa a nosotros. Por soberbia a veces decimos cosas que luego nos arrepentimos. Refleja lo que tenemos en la cabeza. Es bueno mantener nuestra mente limpia, vacía de pensamientos inoportunos.

    Habían discutido quien sería el mayor, el más importante en el reino de Jesús. Como un grupo de niños en el patio del colegio discutiendo a ver quién tiene un padre más fuerte o gana más dinero. Jesús aprovechó esa oportunidad para darles una lección de humildad. Podía haberse desanimado al ver que clase de hombres había escogido. Los conocía bien y los había elegido a pesar de sus limitaciones. Lo mismo nos pasa a nosotros. Jesús nos conoce bien y nos ama con nuestras imperfecciones. Nos ha elegido a pesar de ello. Esto nos debe dar mucha confianza.

    Jesús quiso darles una lección gráfica. Estaban de tertulia por la tarde hablando en el jardín de la casa. De repente cogió uno de los niños que corrían por alrededor y lo puso en medio de ellos. De repente el chico se volvió tímido al verse en el centro de atención. Jesús lo calmó abrazándolo. Podemos ver su carita de pillo y la sonrisa de su madre, orgullosa de que el profeta hubiera elegido a su niño. Me recuerda una foto famosa de Juan Pablo II abrazando a un niño con Sida en Estados Unidos. Sentimos envidia de este niño, que la tradición dice que fue San Marcial. Con el niño en sus brazos mostrando una imagen verdaderamente gráfica, Jesús les dijo: “Si no os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.”

    Son palabras misteriosas y fuertes, directas. No dijo que sería mejor, o que os recomiendo, o que lo intentéis, sino que dijo categóricamente: no entraréis. Para entrar por la puerta del cielo hay que hacerse pequeños; sino no cabemos. La puerta de la basílica de la Natividad en Belén es muy pequeña y uno tiene que agachar la cabeza para entrar por ella. Se puede decir que la purificación que sostendremos en el purgatorio consistirá en volverse pequeños, quitando toda esa costra que nuestra soberbia ha puesto por encima de nuestra niñez. Y Jesús añade estas palabras: “Si alguno quiere ser el primero, que se haga el último de todos.” Imagina una carrera que gana el que llegue el último.

    El libro de los Proverbios dice que Dios juega con los hijos de los hombres. Dios quiere jugar con nosotros si le dejamos. Si somos niños, es más fácil jugar con él, el juego que él quiera jugar. Nos cuesta jugar con Dios, pues normalmente solo queremos jugar a lo que nos guste.

    josephpich@gmail.com

    Más Menos
    4 m
  • 24 Domingo B Quien dicen los hombres que soy yo
    Sep 12 2024

    ¿Quién dicen los hombres que soy yo?

    Vemos hoy a Jesús en el evangelio como siempre andando con sus discípulos. De repente se vuelve y les pregunta: “¿Quién dicen los hombres que soy yo?” Quería saber lo que la gente decía de él. Le contestaron que Juan el Bautista, Elías o uno de los profetas. La gente no sabía realmente quién era Jesús y pensaban que otro profeta más. Es lo que pasa hoy en día. Si preguntamos alrededor nuestro quién fue Jesús nos responderán: un líder religioso, un gurú, un rebelde, un terrorista. Sólo los cristianos contestarán que es el Hijo de Dios.

    Entonces Jesús les preguntó a ellos directamente: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” Era una pregunta con segundas intenciones, pues sus discípulos todavía estaban intentando descubrir quién era. Se quedaron callados, pues no querían decir lo que pensaban, mirándose unos a otros para ver quien iba a responder. Es una pregunta para todos nosotros. De vez en cuando Jesús se vuelve y nos pregunta a quemarropa: ¿Quién soy yo para ti? Es una buena pregunta para hacernos en nuestra oración personal. La gente que se ama se hace esta pregunta con frecuencia: ¿Soy la persona más importante en tu vida? ¿Quién es Jesús para mí? Es una pregunta que toda persona humana debería hacerse. La respuesta tiene importantes consecuencias.

    Es una pregunta similar a la que San Pablo hizo al caerse del caballo, en su ida a Damasco para arrestar cristianos: “¿Quién eres, Señor?” Esta vez fue Pablo quién preguntó. La respuesta vino deprisa: “Soy Jesús, al que estas persiguiendo.” De vez en cuando Jesús nos tira del caballo de nuestra soberbia, de nuestro egoísmo, pereza, vanidad y le preguntamos: ¿Por qué? ¿Quién eres? Soy yo, al que tú persigues, al que me olvidas, me traicionas, me niegas, me ignoras, me ridiculizas. Nos da su gracia para reconocerlo.

    ¿Cuál es el lugar de Jesús en mi vida? Sabemos que debería ser el centro de nuestra vida. ¿Qué dice San Pablo después de su encuentro con Jesús? “Para mi vivir es Cristo.” “Ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí.” Al final de la plegaria eucarística el sacerdote eleva la sagrada forma diciendo: Por él, con él y en él. Jesús se le apareció a Santo Tomás de Aquino y le dijo: “Tomás, has hablado bien de mí, ¿Qué quieres de mí?” Él le contestó: “Señor, solo te quiero a ti.”

    Una vez Jesús se apareció a San Catalina de Siena y le hizo dos preguntas en una: “¿Sabes quién eres tú y sabes quién soy yo?” Ambas preguntas están relacionadas. Cuanto más conocemos a Jesús, más nos conocemos a nosotros mimos. Dicen que, si vives solo en una isla desierta por mucho tiempo, pierdes el sentido de tu propia identidad. Jesús nos ayuda a ser más humanos, nos da esa seguridad anhelada y nos trae felicidad, paz y alegría.

    josephpich@gmail.com

    Más Menos
    4 m
  • 23 Domingo B Abrete
    Sep 5 2024

    Ábrete

    En la primera lectura de la Misa de hoy, el profeta Isaías augura que cuando llegue el Mesías, los ciegos verán, los sordos oirán, y las lenguas de los mudos se desatarán. Esto es lo que ocurre en el evangelio de hoy, donde Jesús cura a un sordomudo y puede oír y hablar. Normalmente los sordos no hablan porque no pueden oírse. El evangelio utiliza una expresión hebrea, Effetha, “Ábrete”, un mandato imperativo, que manda al cuerpo a obedecer al poder de Dios. Es una expresión fuerte que se ha dejado en el lenguaje original.

    Eso es lo que ocurre al bautizar a un niño. Se le abre el alma para la vida espiritual. El sacerdote dice la oración Effetha, tocando los labios y las orejas del bebé, diciendo: que Jesús te abra tus orejas para escuchar su palabra, y tu boca para proclamar tu fe. A veces el sacerdote no puede tocar sus labios porque tiene el chupete. Esto es lo que pedimos hoy a Jesús, que abra nuestros oídos para escuchar su voz, y que desate nuestra lengua para no tener miedo a defender nuestra fe.

    De la misma manera que nuestros sentidos corporales nos ayudan a conectar con el mundo exterior, nuestros sentidos espirituales conectan con la eternidad. Se dice que en el cielo vamos a tener infinitos sentidos para poder amar a Dios. San Pablo habla del buen aroma de Cristo que nos atrae. El Salmo 23 nos recuerda: “prueba y descubre la bondad del Señor.” El apóstol Tomás tocó las llagas de Cristo y creyó; cinco llagas, cinco sentidos. Jesús metió sus dedos en las orejas del sordomudo y le tocó con su saliva la lengua. Somos cuerpo y alma. Necesitamos sentir los efectos de las cosas espirituales. Por esos los sacramentos son materia y forma.

    La vista y el oído son nuestros sentidos más importantes. Aunque dependemos mucho de nuestros ojos, desde el punto de vista de la fe, los oídos son cruciales. Utilizamos una expresión latina: Fides ex audito, la fe entra por el oído. Aunque una foto vale más que mil palabras, a través del oído la fe puede llegar más hondo. Cuando San Pablo volvió de su visión del cielo dijo: Audivi arcana verba, oí palabras inefables que al hombre no es lícito pronunciar. Dios habla directamente a nuestro corazón. Esas palabras se graban en nuestro ser. Deberíamos adaptar nuestro oído para oír la voz de Dios. Algunos animales pueden oír sonidos imperceptibles para nosotros. Los cristianos por el bautismo tenemos una capacidad especial para escuchar la palabra de Dios. Como Samuel deberíamos exclamar: habla Señor que tu siervo escucha.

    Ábrete. Nos abrimos a Dios y nos abrimos a los demás. Cuanto más abiertos estamos a Dios, más nos damos cuenta de las necesidades del prójimo. Jesús toca nuestro corazón, lo abre y lo desata. Lo deja libre para que pueda seguir los impulsos de la caridad. Si tienes tu corazón acerrojado, deja que Jesús te libere de esas adicciones que encadenan tu vida. Con una palabra sola te puede abrir el candado.

    josephpich@gmail.com

    Más Menos
    4 m
  • 22 Domingo B La verdadera pureza
    Aug 29 2024

    La verdadera pureza

    En el evangelio de hoy Jesús nos habla de la importancia de tener un corazón limpio. Es la condición para acercarnos a Dios y ser felices en esta vida. También nos ayuda a tener buenas relaciones con los demás. Nuestro corazón es el centro de nuestras acciones, sueños y deseos. Se puede medir la valía de una persona por su corazón. De un corazón puro pueden venir muchas cosas buenas. De lo contrario, de un corazón centrado en sí mismo, pueden venir muchos males.

    “Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios.” Hoy le pedimos a Dios que purifique nuestro corazón para que podamos verle mejor, para poder contemplar las cosas a través de sus ojos. Deberíamos intentar ver las cosas desde la perspectiva de Dios. Un corazón de niño, simple y transparente, nos ayuda a hacerlo. Por eso nos cautivan los niños. Jesús dice que sus ángeles están constantemente viendo la faz de Dios.

    Un corazón limpio nos ayuda a amarnos a nosotros mismos y a los demás con un amor verdadero. La gente que se enfada con frecuencia, que no están felices con ellos mismos, tienen un corazón hecho de piedra, pegándose contra un muro de roca. Un corazón puro es suave, peludo, como Platero, y es capaz de ser feliz con un amor limpio. Todo el mundo quiere ser amado con ese corazón, con un amor generoso. El amor a Dios nos ayuda a amar a los demás como nos amamos a nosotros mismos. Nuestra sociedad no entiende que cuando quitamos a Dios de en medio, nos volvemos animales, salvajes, o como dice Hobbes, un lobo contra otro lobo.

    ¿Cómo conservamos nuestro corazón limpio? Mirando a lo que entra y lo que sale. Es más fácil controlar lo que entra, porque el corazón muchas veces está descontrolado y no podemos predecir lo que va a salir. Pero si conseguimos vigilar lo que entra, podremos mantener limpio el corazón. No es fácil conservarlo en nuestra sociedad hipersexualizada, porque estamos constantemente siendo bombardeados con basura a través de las imágenes, sonidos y mensajes. Pero sabemos que cuantos más obstáculos encontremos, Dios nos dará más gracias.

    Dos cosas más. Primero buscar el silencio. No es fácil encontrarlo. Pascal decía que todos los problemas del mundo se solucionarían si consiguiésemos estar sentados por una hora guardando silencio. Un famoso Blogger ateo descubrió a Dios cuando estuvo un mes sin internet. Debemos encontrar espacios de soledad y aislamiento, maneras prácticas de controlar las pantallas, como no teniendo una en nuestra habitación, o dejar las tabletas en la sala de estar por la noche. Otro consejo es limpiar nuestro corazón con regularidad, examinando nuestra conciencia, no excusando nuestras limitaciones, haciendo actos de contrición y confesándonos con frecuencia. Cuando nuestro corazón está sucio nos cuesta ver el camino hacia adelante y nos sentamos en el suelo sintiéndonos apenados por nosotros mismos. Cuando conseguimos acusarnos de nuestras faltas ante un sacerdote, Dios nos da su gracia para luchar contra nuestras adicciones.

    josephpich@gmail.com

    Más Menos
    4 m
  • 21 Domingo B Es dura esta enseñanza
    Aug 21 2024

    Es dura esta enseñanza

    Hoy acabamos el Capítulo sexto de San Juan con un mal final. Prefiero las películas que acaban bien. La vida es dura y los sacerdotes estamos constantemente tocando la miseria humana. La gente nos trae un montón de basura y la deja con nosotros. Intentamos llevar el estiércol a los pies de Jesús para que se convierta en gracia. Las películas nos ayudan a escapar, a soñar con otro mundo, a esperar en la eternidad. En el cielo siempre acaban bien, donde el protagonista después de acabar a los malos, camina hacia la puesta de sol de la mano de la chica bonita.

    Jesús sabía que la Eucaristía iba a ser un hueso duro de roer. Produjo debate, argumentos, escándalo y al final la gente lo abandonó. Como consecuencia el Evangelio dice que “desde ese momento muchos discípulos se echaron atrás y ya no andaban con él.” Si no creemos en presencia real de Cristo en la Eucaristía, nos echamos para atrás y volvemos a nuestra antigua vida impenitente. No podemos permanecer indiferentes ante esa realidad asombrosa: o ya no le seguimos, o nos acercamos más a él. La gente pregunta si se pude dar la comunión a políticos que van contra la fe. Jesús ha venido a confortar al afligido, y también a afligir al confortado.

    Jesús miró a la muchedumbre que se iba hasta que sólo quedaron los doce. Se dio la vuelta y les preguntó con pena: “¿También vosotros queréis marcharos?” Vemos sus caras defraudadas, mirando a la muchedumbre que desparece en la lejanía, evaporándose su esperanza de gloria humana. Pensaban qué porque había sido tan duro, que podía haber sido un poco más suave en su explicación. Es la actitud del mundo de hoy, de muchos en la Iglesia. Jesús nos repite la pregunta: ¿A dónde vais? ¿También vosotros me vais a dejar solo?

    Simón Pedro responde por nosotros: “Señor, ¿a quien iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.” Pone en palabras lo que pensamos todos. No hay nadie más como él. Jesús es único. Pero nos hace falta más fe para creer que él está con nosotros en el sagrario. Cada vez que estamos en frente de él, le respondemos: ¿A quién vamos a ir?

    Un famoso defensor de la fe cuenta cómo comenzó a defenderla. No estaba feliz con su vida, no le gustaba su trabajo de vendedor, su matrimonio estaba en crisis, y no sabía qué hacer. Decidió pasarse una hora cada día delante del sagrario durante su turno de comida por todo un mes. Cambió su vida. Dejó su trabajo y se dedicó a defender la fe. ¿Qué hacemos cuando estamos en crisis, cuando hemos perdido la felicidad, la esperanza del futuro? Deberíamos volver a Jesús cerca del sagrario. Es ahí donde encontramos el sentido de la vida, recuperamos nuestra paz y descubrimos nuestra verdadera alegría.

    josephpich@gmail.com

    Más Menos
    4 m
  • La Asunción de la Virgen
    Aug 14 2024

    La Asunción de la Virgen

    Hoy celebramos la fiesta de la Asunción de la Virgen María al cielo. ¿Qué podemos decir que pasó en ese día? No tenemos mucha información. San Juan fue testigo ocular y no nos dijo nada. Él nos narró muchas cosas de la vida de Jesús, con toda clase de detalles, pero no quiso decirnos mucho de la vida de María en la tierra. Ella es también nuestra Madre y nos hubiera gustado conocer más de ella. Sin embargo, San Juan prefirió el silencio. Nos era necesario conocer cómo Jesús dio su vida por nosotros, pero no necesitábamos saber cómo nuestra Señora subió al cielo. Es mejor para nuestra imaginación. La podemos dejar más libre. Le costó mucho tiempo a la Iglesia declarar el dogma, en 1950. Ahora podemos dejar que nuestra imaginación vuele con la Virgen al cielo.

    Los Evangelios Apócrifos, esos libros escritos por los primeros cristianos para intentar llenar las lagunas dejadas por los Evangelios originales, dicen que los apóstoles volvieron a decir adiós a nuestra Madre. Dicen que cada uno volvió en una nube, primero San Pedro y luego San Pablo. Quizá San Juan no nos lo dijo porque no le hubiéramos creído. Santiago ya estaba muerto y Santo Tomás, como siempre llegó tarde, porque volvió desde la India. Entendemos que quisieran volver a despedirse. Hoy es un buen día para hacerlo.

    Hay un debate entre los teólogos acerca si la Virgen antes de irse al cielo, murió o se quedó dormida. A ella le hubiera gustado seguir a su Hijo, y morir en la cruz con él. Pero Jesús, como buen hijo, no quiso dejarla que sufriera una muerte tan cruenta. No hay hijo que quiera que su madre sufra. No creo que Jesús quiso que su madre muriera. Dios la quería cuerpo y alma en el cielo, sin que su cuerpo tan hermoso sufriera corrupción. Por eso se durmió dulcemente. Así es como los santos se mueren, durmiéndose poco a poco, de una manera simple y bella. Mueres como vives. Hay una fiesta muy antigua en la iglesia ortodoxa que se llama la Dormición de la Virgen, que data del siglo sexto. La tradición dice que cuando se durmió la pusieron en una tumba, pero cuando llegó Santo Tomás y la quiso ver, la encontraron vacía. No tenemos reliquias del cuerpo de la Virgen.

    ¿Cómo voló al cielo? Dios tiene sus medios. Dicen que fue un transporte de amor. Cuando el amor es muy intenso, puede hacer cosas que la razón no acaba de entender. El amor es loco, soporta todo, alcanza todas las cosas. El amor puede viajar a través del tiempo y del espacio. Podemos viajar con nuestra mente a través de la gente que queremos. El amor encendió los motores de su alma y la subió hasta el cielo.

    La tradición dice que cuando la Virgen subió a los cielos, el velo que cubría su belleza para que no cegara a los humanos, comenzó a levantarse, y dejó deslumbrados a los santos y a los ángeles. Nunca habían visto alguien como ella, ni siquiera en el paraíso. El libro del Apocalipsis intenta describirla, precisamente con palabras de San Juan: “Una señal apareció en el cielo, una mujer vestida de sol, la luna debajo sus pies, y una corona de doce estrellas en su cabeza.” No creo que sea posible describir mejor la belleza de nuestra Madre. Al final San Juan abrió un poco su alma para decirnos algo de ella.

    josephpich@gmail.com

    Más Menos
    4 m
  • 19 Domingo B El pan de vida
    Aug 8 2024

    El pan de vida

    Seguimos hoy con el capítulo sexto del evangelio de San Juan. Es el tercer domingo que lo leemos y todavía nos quedan dos domingos más. Jesús va poco a poco profundizando en el misterio de la Eucaristía. Podemos mirar a esta verdad de nuestra fe desde los tres lados de un mismo triangulo: como la Misa, el sacrificio redentor, como comunión, el alimento del alma, y como presencia real en el sagrario. Hoy me gustaría centrarme en la Misa. Tiene dos mil años de historia y se remonta a la primera Misa en el Calvario. Eso es lo que es: la renovación del sacrifico de la Cruz.

    No amamos lo que no conocemos. ¿Por qué hay tantos católicos que no van a Misa? Porque no saben lo que es, nadie se lo ha explicado bien. Hay muy buenos libros acerca de la Santa Misa. ¿Cuándo fue la última vez que leímos uno de esos? Hoy me voy a centrar en una frase concreta, para desentrañar su significado. En latín Dominus vobiscum. El Señor esté con vosotros. Lo hemos escuchado muchas veces y respondemos automáticamente: Y con tu espíritu.

    Si te pregunto cuántas veces lo dice el sacerdote, no creo que puedas decírmelo. Aparece cuatro veces, y cada vez el sacerdote recuerda una realidad distinta. La traducción del latín no es fácil, pues no utiliza el verbo. Con lo que puede decir que el Señor está aquí, una constatación de su presencia, o que el Señor esté aquí, un deseo de que esté con nosotros. Dos realidades distintas en una misma expresión.

    La primera vez aparece al principio de la Misa, como una forma de saludo. El sacerdote no solo saluda a la congregación, sino que saluda a toda la Iglesia. Todos estamos allí presentes, aunque no hubiera nadie asistiendo a esa Misa. Nos afecta a cada uno de nosotros, a toda la creación, el universo entero. El sacerdote nos recuerda a Cristo presente: “Donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.” Jesús está realmente presente, no es solo un deseo. Nuestra respuesta expresa nuestro deseo de estar con él: Y con tu espíritu. La segunda vez que el sacerdote emplea esa expresión es antes de leer el evangelio, anunciando que está aquí en la palabra, el Logos. Jesús nos va a hablar a través de las escrituras. Por eso en las Misas solemnes traemos el libro del evangelio en procesión. Después de leer el evangelio, el sacerdote besa el libro diciendo: Las palabras del evangelio borren nuestros pecados.

    La tercera vez es al principio del Prefacio. Es un recuerdo de que vamos a comenzar la Plegaria Eucarística, el momento en el cual Jesús viene al altar. Levantad el corazón, que el Señor viene. En este momento el sacerdote desaparece, y es Jesús el que pronuncia las palabras de la consagración: este es mi cuerpo. Dios nos dice que nos descalcemos los pies, estamos entrando tierra sagrada, como Moisés en frente de la zarza que ardía sin consumirse. La última vez es en la bendición final. Después de comulgar tenemos a Jesús dentro nosotros. Si al principio de la Misa nos reunimos juntos para reconocer la presencia de Jesús entre nosotros, ahora somos enviados a traer a Cristo a los demás.

    josephpich@gmail.com

    Más Menos
    4 m