¡Eres lo que practicas!

La disciplina comienza siempre en la familia, con el compromiso y esfuerzo sistemático de los padres.

Todos los hábitos y rutinas son aprendidos y deben ser enseñados y practicados de manera sistemática.

Jugando los niños aprenden y practican hábitos de convivencia social, desde el autocontrol o autorregulación para esperar su turno, seguir las reglas, tolerar la frustración, ser respetuosos al ganar y también cuando pierden.

La disciplina no parte con los niños sino con los padres. Para educar a los niños se necesitan adultos con la suficiente autodisciplina para enseñar a sus hijos. Que sean capaces de establecer normas de comportamiento y ser consistentes en su cumplimiento cotidiano, lo cual significa establecer objetivos y acordar estrategias, además de tener voluntad, esfuerzo y perseverancia.

En los últimos años se han complejizado las dinámicas de convivencia y aprendizaje dentro de la sala de clases.
Los educadores se enfrentan a una sobrecarga creciente, tratando de atender las necesidades particulares de cada estudiante, en un sistema que no ha evolucionado para dar una respuesta integral y efectiva a la inclusión escolar.
Es urgente una estrategia que asegure que los niños con necesidades especiales tengan más tiempo diario de atención personalizada para potenciar sus aprendizajes y socialización.
Es crucial que reconozcamos la importancia de brindarles a los profesores el tiempo y recursos necesarios para su desempeño profesional y bienestar emocional. Proveer más recursos financieros, humanos, técnicos y tecnológicos junto con promover una cultura de apoyo y valoración de la docencia.
Para tener estudiantes curiosos y felices necesitamos profesores contentos y proactivos. Entonces, uno de los focos de las políticas educativas debe ser el bienestar y calidad de vida de los principales actores del proceso educativo: estudiantes y docentes, cautelando que todos los alumnos accedan a aprendizajes relevantes, haciendo así posible una real inclusión educativa.

1.- La inclusión escolar efectiva, comienza en la familia.

2.- La adquisición de hábitos en la casa, favorece la inclusión escolar.

3.- Los niños con necesidades educativas especiales (NEE), en los primeros años requieren más tiempo de estimulación intensiva y personalizada en grupos pequeños.

4.- La inclusión escolar requiere, mayor flexibilidad curricular, nuevos recursos, textos, materiales didácticos y multimedia, además de la vocación y competencias docentes.