Mejor Colombia

De: Semana Podcast
  • Resumen

  • Un pódcast de historias regionales para conocer el país de una manera distinta. Música, deportes, ciencia, arte, turismo, gastronomía. Descubra la magia de nuestro territorio.
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Episodios
  • Reciclar para salvar al mundo. Esta es la historia de Marce La Recicladora, una influencer con propósito.
    Dec 1 2022
    Marce recorre todo el país generando conciencia y educando por medio de su contenido sobre el reciclaje. Fue reconocida en 2020 como una de las 10 líderes de cambio más influyentes de Colombia. Su vida, anécdotas y fracasos escúchelos aquí.
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  • Flor de Inírida: símbolo de desarrollo económico sostenible en Guainía
    Sep 2 2022
    Parece mentira que Rubén Darío Carianil muestre con orgullo un cultivo de 10 hectáreas de la flor de Inírida, con ejemplares que llegarán a floristerías y ferias en Bogotá o el extranjero, pues a finales de los noventa las autoridades ambientales prohibieron su comercialización porque estaba a punto de desaparecer.

    Esta particular flor crece únicamente en los suelos arenosos y ácidos del Guainía y es la protagonista de una nueva entrega del podcast Mejor Colombia, un programa que recoge historias de resiliencia contadas desde el corazón de las regiones del país.

    A finales del siglo pasado su extracción indiscriminada la tenía al borde de desaparecer. Pero gracias a Ruben Darío, un maestro guainiano del pueblo Curripaco, y Martha Toledo, una filósofa y ecologista bogotana, lograron lo que hace 15 años se creía imposible: cultivar la flor de Inírida. Descubrieron que una de las razones que dificultaba su cultivo era la ausencia del colibrí, su polinizador. “El colibrí vive en el bosque primario. Y como lo habían tumbado ya no había. Entonces como organización nos obsesionamos para mantener este ecosistema porque es único en el mundo”, explica Toledo.

    Y lo lograron, gracias a la perseverancia de Martha, la experiencia de Rubén en la selva y el apoyo de expertos como Mateo Fernández, un biólogo que les ayudó a investigar todo sobre la flor y sus ecosistemas. “Somos los pioneros. Ninguno tenía idea de cómo sembrarla. Yo estoy feliz porque lo bonito es que usted sembró, y ya queda toda la vida, para mis hijos y nietos”, agrega Carianil.

    Sin embargo, hay algo más profundo en el proyecto que lograron Toledo y Carianil: no solo recuperaron a la flor sino que la han convertido en un negocio, pero no cualquier negocio. Es un desarrollo productivo que genera empleo para indígenas en la región, protege y recupera ecosistemas y exporta el símbolo de la región. “Ahora, nuestra tarea es producir sostenible y ecológicamente. Estamos demostrando que la región es productiva. Es que en estos territorios estamos condenados a que si no es el extractivismo es el no tocar. ¿Entonces se trata de no pisar el pasto? Al contrario, se trata de pisarlo, de saborearlo, pero de saber cómo se mantiene”, explica Toledo.
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  • El renacimiento de un instrumento tradicional llanero
    Jul 19 2022
    Gracias al ingenio de un casanareño, que le hizo algunas modificaciones al instrumento original, la cirrampla pasó del olvido a despertar de nuevo el interés de los músicos de la región. Hoy, unos 80 niños aprenden a tocarlo para enriquecer el folclor llanero.

    Sobre la historia de la cirrampla hay poca información. No existen datos exactos sobre el momento en que este instrumento llegó a las manos de los músicos de los Llanos Orientales colombianos. Lo que sí es claro es que se tocaba, incluso, antes de que llegaran el arpa, la bandola y el cuatro. Hoy, no muchos lo han escuchado ni lo han visto tocar en vivo. De hecho, el músico llanero Jorge Albarracín, que era una de las últimas personas del mundo que sabía interpretar la cirrampla tradicional, murió el año pasado.

    “Es un instrumento muy antiguo. No tenía caja de resonancia: era la boca. El intérprete se llevaba a la boca una de las puntas del instrumento y con los dedos tocaba la cuerda”, explica Edwin Eregua, un músico llanero, en el nuevo episodio de Mejor Colombia, un pódcast que recoge historias de resiliencia contadas desde el corazón de las regiones del país.

    Para entender la escasez de intérpretes de la cirrampla original, es necesario ir a la historia del género. Se habla de una fuerte influencia de andaluces, que trajeron sus cantos, y de españoles, con la guitarra. Según explica Hugo Mantilla, investigador de la cultura llanera, también se sumaron el violín, la bandola y el triple, que por muchos años predominaron en el joropo.

    “Luego apareció el arpa, que se empezó a arraigar en la década del cincuenta, más o menos. Llegaron unos artistas venezolanos que la tocaban. Cuando llegó el arpa, la gente empezó a aprender y se volvió una locura. Se generalizó y desplazó varios instrumentos”, agrega Mantilla. Dentro de esos instrumentos, estuvo la cirrampla tradicional.

    A Avelino Moreno, un artesano araucano, le daba curiosidad conocer una cirrampla en persona. Como nunca lo logró, decidió armar una a su manera: ya no había boca como caja de resonancia, sino un totumo. De a poco, comenzó a tocar su instrumento renovado por los pueblos de la región: “En las esquinas la gente me fue escuchando. Hasta que la subimos a la tarima. Y pude llevarla al Festival Internacional de Joropo, en Villavicencio. Mi trabajo fue darla a conocer”.

    El hecho de que esta cirrampla sea más fácil de tocar, en comparación con la tradicional, está despertando el interés de los músicos llaneros, y está generando un verdadero renacimiento del instrumento.

    De ese resurgimiento, nació la idea del alcalde de Tame, Arauca, de crear un curso de enseñanza en la casa cultural el Makaguán, para lo que contactó a Edwin Eregua, quien aceptó encantado. Hoy, tiene 80 estudiantes.
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