Autómatas los precursores de los robots El concepto de robot es relativamente reciente. Lo introdujo el escritor checo Karel Capek, en su obra de 1921: R.U.R. Designa a una máquina que realiza unas tareas en lugar del hombre. Los autómatas fueron sus precursores. Esta palabra proviene del griego ‘automatos’ y es un ingenio mecánico que obra por sí mismo. Han sido un objeto de deseo y fascinación desde la antigüedad. Los primeros ejemplos conocidos aparecieron en el mundo islámico en los siglos 12 y 13. Como los creados por el inventor árabe Al-Jazari en 1206. Un escanciador de vino automático, un mecanismo dispensador de jabón o una orquesta autómata que operaba gracias a la fuerza del agua. Esta última amenizó muchas fiestas y banquetes mientras flotaba en un estanque. Uno de los autómatas más famosos de la historia fue el jugador de ajedrez conocido como ‘el turco’. Un ajedrecista mecánico que ganó a los campeones de este juego en aquellos años. Hasta que el escritor Edgar Allan Poe planteó que tendría que haber un jugador real dentro de ese busto. Los autómatas alcanzaron su mayor esplendor en la Europa del siglo 18. El desarrollo de los mecanismos de relojería hizo posible la fabricación de aparatos en miniatura. Por eso, muchos de los más famosos inventores de autómatas eran también reputados relojeros. Como el maestro suizo Pierre Jaquet- Droz. Entre 1768 y 1774 construyó tres autómatas bastante complejos. El pequeño escritor, el pequeño dibujante y la pequeña pianista. Solo medían unos 60 centímetros. Sus cientos de piezas móviles les permitían escribir secuencias, dibujos o interpretar temas en un órgano real, a su escala. En 1773 otro relojero, John Joseph Merlin, construyó un cisne autómata a tamaño real. Al ponerlo en funcionamiento, sonaba una deliciosa música. El cisne movía la cabeza a ambos lados, se acicalaba el plumaje del lomo. Y se inclinaba sobre el agua para capturar a un pez. Aún sigue operativo a día de hoy en un museo de París. Otro gran creador de autómatas fue, cómo no, Leonardo Da Vinci. En 1495 ya había diseñado el primero, un caballero armado mecánico. En el interior de su armadura albergaba un complejo mecanismo de ruedas, engranajes, cables y poleas. Podía sentarse y levantarse, girar la cabeza, cruzar los brazos y alzar el visor de su casco. La Nasa hizo una réplica del mismo a partir de los bocetos de su cuaderno. Por último, no podemos olvidarnos del gran inventor francés Jacques de Vaucanson. Uno de sus trabajos más conocidos fue el pato digestor. Un pato elaborado en cobre, compuesto por más de 400 piezas móviles. Podía graznar, batir las alas, beber, comer grano, digerirlo y defecar. Durante 40 años trabajó obsesivamente en crear un autómata que replicase fielmente todos los procesos y movimientos del cuerpo humano: La circulación de la sangre, la respiración, la digestión… Con el tiempo llegaron sus hermanos mayores. Los robots y la inteligencia artificial.
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