• PRO-FILES. Freddie Mercury, Prima Donna en bigote

  • Dec 17 2023
  • Duración: 10 m
  • Podcast

PRO-FILES. Freddie Mercury, Prima Donna en bigote  Por  arte de portada

PRO-FILES. Freddie Mercury, Prima Donna en bigote

  • Resumen

  • Freddie Mercury fue un artista único, completamente original. Un intérprete ecléctico, vibrante de talento increíble que ya de niño era capaz de reproducir al piano lo que escuchaba por la radio. Su enorme confianza en sí mismo, a pesar su dentadura, le hicieron sentir siempre la estrella que era. No había dudas. Freddie o Farrokh —su nombre original, que significa afortunado— amaba el arte, la extravagancia y los excesos. Farrokh nació en Zanzíbar, su padre trabajaba allí para la administración británica. Cuando el país se independiza, los Bulsara tienen seis meses para salir de casa. Así, un joven de origen hindú, perteneciente a la casta Farsi, llega a Londres. Hubo algo que siempre estuvo con él: la música. En el internado hindú lideraba un grupo de cantores. Hacian esos juegos de voces que resuenan en los grandes temas de Queen. En el internado un profesor abusó de él. Le llamaban Boqui. Harto de las confusiones con su nombre, se cambió el Farrokh por Freddie. Freddie era artista y arte estudió. Su tesis versó sobre Jimi Hendrix. Cargaba maletas en Heathrow, trabajaba de camarero y vendía ropa usada en el mercado de Kensington. Es por aquella época cuando conoce a David Bowie. Mantendrán su amistad de por vida. Después tiene un primer encuentro con Tim Staffell, por entonces guitarrista del grupo Smile, que más tarde será Queen. Staffell deja la banda y Freddie irrumpe como un huracán. Lo cambiará todo para siempre. Creó el famoso logo de los rockeros, con el signo zodiacal de todos sus integrantes y un ave fénix que los ampara. El vestuario singular y las frikadas de uno de los mejores intérpretes del siglo XX, convirtieron a Queen en líderes de los conciertos en vivo. Su éxito fue difícil de gestionar en algún momento de sus vidas. El propio Mercury reconocería que actuaban como hombres de negocios y ya no tanto como artistas. Para alguien que se tomaba tan en serio su trabajo, que era tan meticuloso, el nivel de presión resultaba algo insoportable. Hacer giras ya no era divertido. Los últimos años, afectado ya por el SIDA, redujo su círculo de amigos a algo muy estricto y cerrado. Antes eras famosas sus fiestas. Para la promoción de un álbum de Queen, montaron una donde había por este orden y según se entraba: enanos hermafroditas con bandejas de coca atadas a la cabeza, camareros desnudos, modelos luchando en piscinas rebosantes de hígados de cerdo. Un degollador de pollo profesional, servicio de felaciones gratuito, encantadores de serpientes, tragafuegos, strípers trans, mujeres que fumaban por la vagina, contorsionistas. Se gastaron más en la fiesta que en la producción del disco. Así era Queen y su bigotuda reina gloriosa. Incluso Lady Di se refugió en Freddie una temporada y acudía a las fiestas escondida tras gafas de sol y pelucones imposibles. Queen triunfaba en todo el mundo. Freddie también en su carrera solista: grabó cuatro temas con Michael Jackson, una experiencia nefasta. Compuso para Metrópolis de Fritz Lang (Love Kills). Cumplió su sueño de actuar con el Royal Ballet. Por supuesto, imprescindible ese Under Pressure con David Bowie. Luego vino lo de Caballé y Barcelona. Los famosos 20 minutos en el Estadio Wembley unieron a la banda, que andaba algo dispersa y molesta. Esta vez fue para siempre. El famoso biopic miente en algunos aspectos. La actuación de Live Aid fue en el 85 y a Mercury no le diagnostican SIDA hasta dos años después. Inexactitudes innecesarias. El diagnóstico mortal le ayudó a preparar su marcha con todo lujo de detalles. Compuso nuevos temas, actuó, dejó grabada su voz para el álbum Innuendo. Con un deterioro físico evidente, grabó los video clips. Sus últimos días los vivió acompañado de sus cinco gatos y su novio, que trabajaba como jardinero para no hacer pública su relación. Tras su muerte, legó gran parte de su fortuna y viviendas a la que fuera su “esposa” Mary Austin. El destino de sus cenizas se desconoce. Mercury temía que fuesen profanadas por los fans. La religión profesada por los padres, el Zoroastrismo, acabó con muchas de sus posesiones materiales, fueron, sencillamente, destruidas. De milagro quedó una colección de sellos y el éxito sin parangón de Queen, incluso por delante de los Beatles. Su Grearest Hits sigue siendo el disco más vendido en Reino Unido. La reputación de Freddie creció tras su muerte. Hay un asteroide con su nombre y queda la Mercury Phoenix Trust, que apoya económicamente a los enfermos de SIDA.
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