En un pequeño y apartado pueblo, existía una leyenda que helaba la sangre de los más valientes. Cuentan que una antigua bruja hechicera, conocida por su terrible maldad y sus poderes oscuros, habitaba en lo más profundo del bosque. Su nombre era Celestina, una mujer de apariencia espeluznante con ojos brillantes y una risa siniestra que resonaba en la noche.

En las profundidades del bosque, donde la paz reinaba y los sonidos de la naturaleza acariciaban los sentidos, cuatro amigos emprendieron una aventura en busca de tranquilidad y desconexión. Ana, Carlos, María y Juan, ansiosos por escapar del bullicio urbano, se adentraron en el frondoso paisaje, llevando consigo únicamente sus mochilas y un ferviente entusiasmo por los días por venir. Sin embargo, lo que prometía ser un retiro maravilloso se vio interrumpido por el descubrimiento de un oscuro secreto oculto entre los árboles. Y ahora sí están listos mis valientes espectadores, entremos en la pesadilla y que la oscuridad nos consuma.

En las profundidades del bosque, oculto entre árboles retorcidos y una densa neblina, yace el cementerio civil. Las lápidas, cubiertas de musgo y marcadas por el paso del tiempo, albergan secretos oscuros que susurran en las noches sin luna. Los lugareños evitan pasar cerca, temerosos de las leyendas que rodean el lugar: susurros de almas atrapadas, sombras que se retuercen entre las tumbas y lamentos que cortan el silencio de la noche. Aquellos valientes que se aventuran a explorar sus senderos descubren que la realidad supera cualquier relato, enfrentándose a fuerzas inexplicables que los arrastran hacia la oscuridad eterna del más allá.