Víctor y compañía

"¡Noticias frescas! Escándalos, fraudes, injusticias... Todo lo encontrará en el Eco del Barrio, un periódico cargado de noticias, emociones y denuncias", gritan Víctor y sus amigos Lucas, Matías y Patricia para anunciar el primer ejemplar de su nuevo periódico.

Este año Víctor tenía pensado hacer una lista de regalos para su cumpleaños para esquivar los típicos calcetines, calzoncillos y demás prendas de ropa necesaria y muy aburrida que los mayores se empeñan en regalarle año tras año y por fin recibir un par de regalos chulos.

Desde que Víctor se enteró de que estaba obligado a ir a esa boda se temió lo peor. En lugar de estar en el cine con sus amigos, le tocaba aguantar a los pesados de sus hermanos y el resto de la familia en esa boda cursi. Sería un sábado perdido. Y lo peor de todo: el traje que le han puesto era de su hermano mayor Quique, con lo cursi y relamido que es...

Luego de leer un libro escrito por el molón Jordi Sierra i Fabra acerca del rock y de ver el concierto de Bruce Springsteen que echan esa noche por la tele, Víctor se va a la cama soñando con ser el líder de una banda de rock. Algo podrán conseguir con la guitarra (de dos cuerdas) de Víctor y la batería improvisada de sus amigos. Lo que les pillará por sorpresa a estos amigos es la aventura que vivirán cuando un señor un poco "despistado" confunde a Víctor con John Lennon...

Parece que nadie tiene nunca en cuenta todo lo que hace Víctor por ayudar a su familia. Como ahora, su hermano mayor Quique echándole la culpa de "haber destrozado su vida". ¿Pero por qué, si esta vez no ha hecho nada? ¿Habrá sido por haberle llamado gorda bigotuda a la que llamó anoche preguntando por él? Si ni siquiera le puede haber dado tiempo a enterarse... ¿O será por lo de la calculadora de bolsillo? Vaya misterio...

La culpa fue, como siempre, de la mala suerte. Víctor llevaba tantos días ilusionado esperando cobrar su primera paga semanal en mucho, mucho tiempo, tanto que ni se acordaba de la última vez que lo había hecho. Y esta vez había estado tan cerca... Pero no pasa nada, a Víctor siempre se le ocurren soluciones a todos los problemas, así que, inspirado en el mendigo que ve pidiendo en la esquina, les propone a sus amigos hacer unos ingeniosos carteles de "güerfana" "pobre siego", "mudo", con los que seguro conseguirán la caridad del prójimo.

Víctor sabe que cada uno de los miembros de su familia tienen problemas: su padre porque quiere perder de vista al pelota de la Caja de Ahorros que lleva tiempo fastidiándole la vida, su madre quiere una plaza en la guardería para su hermanita pequeña pero no la consigue, su hermano Quique necesita aprobar el examen de mates del lunes y su hermana Georgina está colgada por un tal Floro que pasa de ella.

Víctor no recordaba haber tenido una semana mejor en mucho tiempo, puede que incluso en toda su vida: no tenía que ir al colegio por culpa de la gripe y además estaba siendo cuidado, mimado, no le prohibían ver la tele y tenía suministro de tebeos y cómics...

Víctor se va de colonias pero la verdad es que el plan no parece muy prometedor: sus hermanos no le han querido dejar que se lleve algunas cosas de casa, los profesores la tienen tomada con él porque (según opinan), siempre está haciendo travesuras, y algunos de sus compañeros no le caen muy bien... Pero lo que no se esperaba Víctor es la cantidad de aventuras que va a vivir durante estos tres días, que acabarán por ser unos días inolvidables, insuperables, ¡unos días verdaderamente salvajes!

Víctor está haciendo todo lo posible para que su comportamiento sea impecable, y no meterse en problemas. Tampoco es que él buscase los problemas, no os vayáis a creer, más bien eran los problemas los que le siempre le caían encima a él. Pero estos días se está esforzando al máximo, porque está tan emocionado de que su ídolo, el Boss, (Bruce Springsteen), vaya a dar un concierto en la ciudad... Está casi tan emocionado como deprimido, porque sabe que es muy poco probable que sus padres le dejen ir.

Víctor y sus amigos tienen por delante la perspectiva de dos semanas de vacaciones. Qué bien, ¿no? Pues en realidad no, porque Víctor no esperaba nada muy prometedor. Sabía muy bien lo que venía con las vacaciones: las prisas y las carreras por la casa antes de salir, su padre, preocupado por que sus compañeros de la Caja de Ahorros hagan alguna trastada, el viaje metidos todos en el coche como en una lata de sardinas, y la constante advertencia.

¿Cómo puede ser que sus hermanos no le entiendan cuando Víctor les dice que para Navidad de este año lo que quiere es una cadena? Sí, Víctor lo ha dicho muy claro: quiero una cadena, con compact, radio y altavoces. ¡Lo más desconcertante de todo es que sus padres le han dicho que sí! Ah, pero con una condición: tendrá que aprobar todas en la primera evaluación. No hace falta que sean notas altas, con suficientes les vale. ¡Vaya lío en el que se ha metido ahora!

Es Nochebuena. Noche de paz y amor. Noche de villancicos y alegría. Noche de bondad y felicidad... Maravilloso, ¿verdad? Pues lo sería si no fuese porque también es noche de reuniones familiares, y no precisamente de la familia que le gusta a Víctor. Sus abuelos se han ido al Caribe a pasar su segunda Luna de miel por lo que, esta noche, toca visita a casa de las tías. Y por supuesto también estarán los pesados de sus primos y hermanos mayores que siempre están metiéndose con él. ¡¡¡Menudo rollo!!!

El cole de Víctor tiene una nueva directora. Una mujer optimista que trajo con ella ideas nuevas, progres, avanzadas, un tanto revolucionarias y pese a su nombre (Prudencia), está dispuesta a darles a los alumnos las mejores oportunidades. Claro que ella todavía no está muy al tanto de las travesuras de Víctor. Pero eso no importa, se acerca la Navidad y este año van a hacer una función teatral. Víctor está decidido a participar en la obra. No importa si como autor o como actor. Sea lo que sea, él va a participar.

A la salida del colegio Víctor y sus amigos Patricia, Lucas y Matías admiran el escaparate de la nueva tienda del barrio. Admirar es la palabra correcta, porque saben que lo único que pueden hacer es mirar desde afuera del cristal, con impotencia y frustración. No pueden comprarse nada pese a que cada uno de ellos jura que en su casa "realmente lo han intentado todo".