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Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda

By: Juan David Betancur Fernandez
  • Summary

  • Este podcast está dedicado a los cuentos, mitos y leyendas del mundo.
    © 2024 Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda
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Episodes
  • Perseo y Andromeda (Cuarta Parte - Milenials)
    Apr 29 2024

    Juan David Betancur
    elnarrodororal@gmail.com

    Bienvenidos a había una vez.. Hoy tenemos la cuarta parte de la historia de Perseo. La semana anterior teníamos a Perseo cortándole la cabeza a medusa, la cual guardo con cuidado en su morral y pisándose para que no lo mataran las otras gorgonas. Así que vamos pues.

    Había una vez un joven griego en la antigua Grecia que para salvar a su mama de casarse con el tirano polidectes debía traer la cabeza de la medusa. Después de pasar por donde las grayas de un solo ojo y un solo diente y de haber pasado de lo más de bueno con las ninfas llego al palacio de las gorgonas y usando el escudo para que no lo vieran directamente le corto la cabeza a medusa la enmochiló y se fue como alma que lleva el diablo. Hasta allí habíamos contado.

    Resulta pues que Perseo salió en bombas de humo de aquel palacio y las otras dos gorgonas se quedaron viendo el chispero ya que Perseo utilizando las zapatillas voladoras literalmente se les piso.

    Y cogió rumbo este hacia la isla donde estaba su mama y el viejo polidectes. Cuando llego a lo que hoy es el estrecho entre España y África, decidio dormir allí ya que las aventuras del dia lo habían dejado muy cansadito.

    Así que llego a lo que hoy es el norte de África y toco a las puertas de el amo y señor de esas tierras. El nada más y nada menos que el titan atlas que había sido expulsado por Zeus cuando la batalla con los titanes y lo mando al extremo del mediterráneo y lo obligo a sostener el mundo en sus hombros. Al menos eso dicen aunque yo honestamente no creo que lo hiciera ya que es un contrasentido que estuviera sosteniendo el mundo y al mismo tiempo viviendo en el. O sea algo aquí esta fallando.

    Bueno el punto es que Atlas, que además era el papa de las pléyades, que algún día hablaremos de ellas, vivía en sus tierras y tenía un bello jardín de manzanas de oro. Una huerta de lo más linda y que no quería compartir con nadie. Cuando Perseo le toco la puerta y le dijo que era hijo de Zeus, Atlas se pego que mosqueada tan terrible ya que años antes el oráculo (siii de nuevo el oráculo) le había dicho que un hijo de Zeus le robaría las manzanitas de oro que con tanto juicio había sembrado y cuidado.

    Atlas decidio que este era el hijo de Zeus del que le habían advertido y todo bejuco le dijo.

    Nooo papito aquí no entra, Así que más bien va ahuecando el ala y se me va de aquí.

    Y Perseo que como hemos visto era bastante creidito se delico y se ofendio. Y furioso le dijo a Atlas.

    Y es que te vas a meter conmigo…. Mira lo que te tengo. E inmediatamente saco de su zurrón la cabeza de medusa y poniéndosela en la cara misma de aquel gigante lo convirtió en roca dura y maciza. Recordemos que si medusa miraba a alguien este se convertía en piedra. Pues esto le paso a atlas. Se convirtió en una mole gigantesca de piedra y rocas y hoy la conocemos como los montes atlas que están en el norte de África entre marruecos, algeria y tunes. Y de ahí viene además el nombre de atlántico. En fin el gigante termino hasta de lo más conocido y celebre.

    Continuando por Perseo este se sintió ya más valiente y siguió volando rumbo al este. Y llegando a lo que hoy conocemos como etiopia ve en el horizonte una gran roca y mirando como de refilón ve que en la roca esta atada una mamacita divina divina. El que llevaba días viajando y enfrentando monstruos no podía creer que allí en una roca abandonada estuviera semejante belleza. Así que se dijo a si mismo. Mi mismo tengo que saber cual es el maní con esta muchachota.

    Aquí voy a a abrir un paréntesis, la muchacha se llamaba Andrómeda y era hija de el rey de los etíopes llamado Cefeo que era de lo más feo y de Casiop

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    10 mins
  • 561. Finn el duende curioso (Infantil)
    Apr 27 2024

    Juan David Betancur
    elnarrodororal@gmail.com

    Había una vez un duende curioso llamado Finn que habitaba en un bosque encantado. A diferencia de sus compañeros, que preferían quedarse cerca de sus honguitos y esconderse de los humanos, Finn anhelaba explorar más allá de los límites del bosque.

    Un día, mientras los rayos dorados del sol se filtraban entre las hojas de los árboles centenarios, Finn decidió aventurarse más allá de los árboles familiares. Siguió un sendero estrecho, donde las sombras se alargaban y los sonidos del bosque se volvían más misteriosos.

    En su búsqueda de lo desconocido, Finn encontró una puerta tallada en el tronco de un antiguo árbol. La puerta estaba cerrada, pero una inscripción en ella decía: “Solo los curiosos pueden entrar”. El corazón de Finn latía con emoción. ¿Qué secreto se ocultaba detrás de esa puerta?. De pronto se pregunto…. Podre yo entrar…. De pronto recordó lo que su madre le decía….. tu eres el mar curioso de los duendes del bosque.

    Si…. Yo podre entrar se dijo Finn.

    Con un toque de su dedo diminuto toco la puerta con la certeza de que el seria el elejido, De pronto con un sonido misteriosos la puerta se abrió lentamente. Ante él se extendía un sendero luminoso, rodeado de flores que brillaban como estrellas.

    Wow dijo Finn…. Es un camino dentro de una arbol del bosque…. Esto debe ser lo más fantástico que yo he visto en mi vida. Finn no pudo resistirse y se adentró en el camino.

    El bosque encantado se transformó a su alrededor. Los árboles parecían cobrar vida y algunos de ellos le guiñaban un ojo mientras el caminaba, las hojas de los arboles le susurraban historias antiguas y las luciérnagas danzaban en torno a él formando un cielo lleno de estrellas. Finn se maravilló ante la belleza y la magia que lo rodeaba.

    A medida que avanzaba, encontró criaturas inusuales: hadas traviesas, gnomos parlantes y árboles sabios. Cada uno tenía una historia que contar y un enigma que resolver. Finn a medida que se sumergía en el bosque encantado iba encontrando más misterios, acertijos y secretos. Y por cada uno de ellos debian usar su inteligencia y su curiosidad para entenderlos y resolverlos. Finn se encontraba así en un mundo que lo motivaba a participar. Recordo que gracias a que cuando era niño había leído mucho podía resolver todos los misterios. Agradecio a su mama que desde bebe le leia y a los libros que disfrutaba leyendo

    Un día, llegó a un claro donde un árbol ancestral se alzaba majestuoso. Su corteza estaba cubierta de símbolos magicos. Finn sabía que este árbol guardaba la respuesta a su mayor enigma.

    Con manos temblorosas, tocó la corteza rugosa. Los símbolos cobraron vida y formaron palabras en su mente: “La curiosidad es la llave que abre todas las puertas”. Finn sonrió. Había encontrado su respuesta a la pregunta que se hacia desde que era muy joven. Siempre había sido curioso y ahora veía como esto le permitía vivir en un mundo maravilloso.

    Desde entonces, el duende curioso se convirtió en el guardián del bosque encantado. Guiaba a otros curiosos a través de las puertas secretas y les enseñaba que la magia y los enigmas estaban en todas partes, esperando a ser descubiertos por aquellos dispuestos a mirar más allá.

    Y así, Finn vivió felizmente en el bosque, rodeado de misterio y maravilla. Su curiosidad nunca se desvaneció, y su corazón siempre latía al ritmo de los secretos que aún quedaban por descubrir

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    6 mins
  • 560. Pescador, Lucero y Rio
    Apr 25 2024

    Juan David Betancur
    elnarrodororal@gmail.com

    Hoy tenemos un cuento basado en una canción llamada pescador, Lucero y rio de Silva y Villalba. Se las recomiento.

    Había una vez un pescador que vivía en un pequeño bohío de madera y paja. El pescador tenía siempre la misma rutina. Cuando el sol había caido sobre el horizonte y los colores de la noche comenzaban a tomar forma en el firmamento, el pescador se preparaba para la labor nocturna de salir a tirar la atarraya que siempre lo acompañaba.

    La atarraya había estado con el como única compañía desde que su familia lo había abandonado y el se había quedado solo. Ta atarraya era pues para el la herramienta que le servia para tomar el sustento diario y para con los excedentes poder subir al pueblo y comprar algunos viveres.

    Aquella noche, como todas las noches el barquero simplemente se coloco su camiseta raida por el uso diario y una pantaloneta desteñida que ya había abandonado sus colores hace muchos años. Tomando un balde de plástico, se dirigió a la oriya del rio que deambulaba plácidamente por la región. Su bohío estaba a escasos metros de aquel rio y podía sentir el suave murmullo que este producia cuando acariciaba las piedras de la orilla.

    Aquel pescador tenía su barca al lado mismo de su humilde bohío y después de salir de el tomaba el frente de la barca y jalándola la arrastraba hasta que esta empezaba a sentir el movimiento del rio. Después de colocarla enteramente sobre las aguas calmas levantaba el bulto con la atarraya y lo dejaba caer pesadamente sobre los maderos desgastados y grises de su barca.

    Aquel día era otro día como cualquiera y la noche era otra noche como cualquiera. O al menos así creía el pescador.

    Después de remar silenciosamente, el pescador y su barca se dirigían delicadamente a un meandro formado por el rio donde el pescador sabía que los peces más grandes se refugiaban para descansar durante la noche. Infinidad de noches había pasado anteriormente en el mismo lugar y sabía muy bien que era allí podría tirar las redes

    Pero aquella vez algo sucedió totalmente diferente. La noche era brillante, con miles de estrellas reflejándose sobre aquel placido lugar del rio. Como de costumbre el barquero recogio la atarraya y la lanzo como solo un curtido pescador lo puede hacer. Aquel manojo de cuerdas se abrio como un gran abanico y suavemente se deposito en la superficie del agua. Con delicadeza pero con energía constante el barquero comenzó a recoger la red, pero algo le llamo la atención. El peso de la red era el mismo y ciertamente no había recogido ningun pez. Pero en la red había una luz que nunca había estado allí. Levantando la red la puso en su barca y abriendo las líneas de la red vio que en su red había atrapado un lucero.

    Un lucero que antes estaba en el cielo y que reposaba en el agua junto con otros tantos miles de reflejos de las estrellas había quedado atrapado en uno de los dobleces de la red. El pescador que durante un sin numero de años había observado el titilar pálido de las estrellas rápidamente reconoció el origen. Tenía un lucero en sus redes.

    De la alegría que esto le produjo, remo cautelosamente hasta la orilla de rio al frente de su bohío y con suavidad llevo la red hasta el interior de su hogar. Allí estiro la red de nuevo y dejo salir el lucero que sintiéndose libre subió a lo alto del bohío y desde allí ilumino aquella vivienda.

    El Barquero no podía creer lo que veía. Su pequeño hogar que siempre había sido oscuro durante las noches al no tener más que un velón encendido ahora estaba iluminado en su totalidad con la más calidad de las luces que ser humano pudiera soñar.

    Era tal la felicidad que ten

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    7 mins

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