En Jerusalén, había un estanque donde a veces un ángel agitaba las aguas.
La primera persona que entraba en la piscina se sanaba instantáneamente de cualquier discapacidad o enfermedad que padeciera.

Debido a esto, muchas personas discapacitadas, enfermas o que sufrían se tendían cerca de la piscina. Esperaban que acampando cerca pudieran entrar al agua.

Un hombre se había quedado junto a la piscina durante treinta y ocho años. Sin embargo, a pesar de su fidelidad, a pesar de sus esperanzas, a pesar de sus sueños, nunca logra llegar a la piscina.

Cuando Jesús aparece, el hombre parece que ha perdido toda esperanza.

“Señor respondió, no tengo a nadie que me meta en el estanque mientras se agita el agua y, cuando trato de hacerlo, otro se mete antes". (Juan 5: 7, NVI)

Al ver la compasión en los ojos de Jesús, tal vez el hombre sintió un toque de esperanza por primera vez en años. Pudo haber esperado que Jesús lo llevara al agua. Pero Jesús, en cambio, da una orden sencilla: "Toma tu camilla y anda".

Cuando ha estado orando por la sanidad durante meses o años, puede comenzar a sentir que el tiempo trabaja en su contra. Podrías pensar, "Han pasado dos décadas, mi matrimonio no va a sanar. Mi hija ha luchado contra la adicción a las drogas durante dieciséis años; no se va a curar ".

Pero el tiempo no es obstáculo para Jesús. Ya sea que hayan pasado tres meses o tres décadas, Dios aún puede infundir sanidad en tu vida y darte un hermoso comienzo nuevo.