• Gabriela Mistral: la poeta que trajo flores sin color

  • May 16 2023
  • Duración: 27 m
  • Podcast

Gabriela Mistral: la poeta que trajo flores sin color

  • Resumen

  • Poesía para la vida, uno de los pódcast de la Red Distrital de Bibliotecas Públicas de Bogotá, presenta su segundo episodio donde se analiza la obra de la poeta chilena Gabriela Mistral, primera latinoamericana en ganar el Premio Nobel de Literatura.Juan Afanador, del equipo de programación cultural de BibloRed, charla sobre el legado literario de Gabriela Mistral con Carolina Dávila, poeta, editora y abogada; y Angie Buitrago, mediadora de la Biblioteca Itinerante de Biblored. Ellos te contarán detalles de la vida de la escritora chilena y harán un ejercicio de mediación de lectura de uno de sus poemas más conocidos: La Flor del aire.Si quieres conocer más sobre la vida y obra de la poeta chilena, puedes encontrar en el catálogo de BibloRed libros como 'De Chile al mundo: 70 años de, Premio Nobel de Gabriela Mistral’ o 'Mistral para niños y niñas... y otros seres curiosos', entre otros títulos.Créditos:Invitadas: Carolina Dávila, poeta, editora y abogada. Y Angie Buitrago, mediadora de la Biblioteca Itinerante de Biblored.Investigación y locución: Juan Afanador, del equipo de programación cultural.Producción, edición y publicación: David Fernando Rocha, productor de audio y podcaster de BibloRed.Dirección: Isabel Salas, líder del equipo de comunicaciones de BibloRed, y David Fernando Rocha, productor de audio y podcaster de BibloRed.Poema que se lee en este episodio:La flor del aire*A Consuelo SalevaYo la encontré por mi destino,de pie a mitad de la pradera,gobernadora del que pase,del que le hable y que la vea.Y ella me dijo: “Sube al monte.Yo nunca dejo la pradera,y me cortas las flores blancascomo nieves, duras y tiernas”.Me subí a la ácida montaña,busqué las flores donde albean,entre las rocas existiendomedio dormidas y despiertas.Cuando bajé, con carga mía,la hallé a mitad de la pradera,y la fui cubriendo frenética,y le di un río de azucenas.Y sin mirarse la blancura,ella me dijo: “Tú acarreaahora solo flores rojas.Yo no puedo pasar la pradera”.Trepé las peñas con el venadoy busqué flores de demencia,las que rojean y parecenque de rojez vivan y mueran.Cuando bajé se las fui dandocon un temblor feliz de ofrenda,y ella se puso como el aguaque en ciervo herido se ensangrienta.Pero mirándome, sonámbula,me dijo: “Sube y acarrealas amarillas, las amarillas.Yo nunca dejo la pradera”.Subí derecha a la montañay me busqué las flores densas,color de sol y de azafranes,recién nacidas y ya eternas.Al encontrarla, como siempre,a la mitad de la pradera,yo fui cubriéndola, cubriéndola,y la dejé como las eras.Y todavía, loca de oro,me dijo: “Súbete, mi sierva,y cortarás las sin color,ni azafranadas ni bermejas.“Las que yo amo por recuerdode la Leonora y la Ligeia,color del sueño y de los sueños.Yo soy mujer de la pradera”.Subí a la montaña profunda,ahora negra como Medea,sin tajada de resplandores,como una gruta vaga y cierta.Ellas no estaban en las ramas,ellas no abrían en las piedrasy las corté del aire dulce,tijereteándolo ligera.Me las corté como si fuesela cortadora que está ciega.Corté de un aire y de otro aire,tomando el aire por mi selva…Cuando bajé de la montañay fui buscándome a la reina,ahora ella caminaba,ya no era blanca ni violenta.Ella se iba, la sonámbula,abandonando la pradera,y yo siguiéndola y siguiéndolapor el pastal y la alameda.Cargada así de tantas flores,con espaldas y mano aéreas,siempre cortándolas del airey con los aires como siega…Ella delante va sin cara;ella delante va sin huella,y yo siguiéndola, siguiéndola,entre los gajos de la niebla.Con estas flores sin color,ni blanquecinas ni bermejas,hasta mi entrega sobre el límite,hasta que el tiempo se disuelva…* La aventura” quise llamarla, mi aventura con la poesía…
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