Finiquitamos temporada, y no podía ser de otra manera que sentando a una madre frente a su hijo. Y es que ¡qué madre y qué hijo! Nada más y nada menos que los Lindo, que vinieron dispuestos a echarse unas risas y compartir su historia. La propia y la compartida ―una historia, dos puntos de vista―.
Con ellos hablamos, entre otras cosas, de lo que implicaba separarse en los 80. Y por tanto, de mudanzas, cambios de colegio, estrés, escrutinio, taxis, salchichas, los sufijos -astra y -astro y una falta de referentes brutal. Todo esto, acompañadas por nuestros Manolitos que, aunque nos molan los cruasanes, somos más del "Gafotas". ¡No te lo pierdas!

La relación entre madres e hijas está marcada, con frecuencia sospechosa, por la dificultad, el desencuentro o el dolor. Madres e hijas parecemos estar condenadas a no entendernos. ¿Por qué subyace tanta tensión entre nosotras? ¿Por qué es tan común que este lazo sea tan complejo y, en ocasiones, tan perjudicial? ¿Por qué, sin embargo, la figura paterna suele percibirse de manera más amable?

Ha llegado la hora de empezar a cuestionarse cuánto hay de verdadero y cuánto de ambiental en todo esto. Por y para ello, nos visita la escritora y periodista Blanca Lacasa, autora de "Las hijas horribles", un ensayo en el que se pregunta por qué tantas mujeres viven su condición de hijas desde el conflicto y la culpa ante las expectativas no satisfechas.
Ya sabemos que colocar a las madres en un pedestal de omnipotencia, deidad y perfección, lejos de hacerlas más poderosas, las vuelve más frágiles. Así es que, si hemos sido capaces de desmontar el cliché de las "malas madres", es hora de dejar de sentirse "hijas horribles".

Hoy nos visita Esther Vivas, autora del libro que más veces hemos citado en este podcast: Mamá Desobediente. Una lectura fundamental para madres y necesaria para el conjunto de la sociedad. Porque más allá de si eres o quieres ser madre, la maternidad es cosa de todxs por el simple hecho de ser hijxs.

Esther ha venido sin pelos en la lengua a hablar del negocio de la maternidad, a reivindicar la posibilidad del fracaso e incluso del arrepentimiento, a poner sobre la mesa la deuda que ha tenido el feminismo con la maternidad y la infancia y a denunciar la violencia obstétrica como lo que es, una forma de violencia de género más. También, a agradecer a quienes cuidan, a homenajear a las matronas, a celebrar a las no madres y a las madres no biológicas, a reivindicar la solidaridad entre mujeres y por supuesto, a tirar por tierra la guerra entre madres con modelos de crianza distintos, que a fin de cuentas es la trampa perfecta para tenernos divididas y hacernos el lío.

Importante: Este "akelarre" no hubiese sido lo mismo sin Rakel Gómez Vázquez, nuestra madre confidente. ¡No te lo pierdas!