• Yo, mi, me y comigo.

  • Jul 18 2024
  • Length: 24 mins
  • Podcast

  • Summary

  • Yo, mi, me conmigo, y la historia de si mismo, el tiempo de construcción que lo precede.

    Uno de los motivos para asistir a terapia es por que las historias que nos han construido ya no acomodan bien, son historias previas que no se han actualizado y en el tiempo actual son causa de malestar. Les comparto una experiencia, en poco tiempo he escuchado sobre el hombre Narcisista, lo reportan como una persona que en su compañía, se genera la sensación de soledad, como metido en una burbuja, ocupado solo por él mismo. Y es así, lo narcisista, es un componente singular, muy íntimo, con mínimas dosis de empatía, les podría decir que es un estado previo a la capacidad de reconocer a todos los otros. Hay circunstancias que facilitan que una persona conserve muchas propiedades de este tiempo y queda una marca en la forma de relacionarse (1). Cuando llega el tiempo de socializar, se muestran rígidos, sin los códigos para descifrar una interacción y disfrutar de un encuentro.

    Qué experiencias podrían empujar el crecimiento y que una persona abandone el tiempo de solo uno y transite a un tiempo compartido. En los primeros años de vida, un pequeño que atraviesa por el tiempo del narcisismo necesita que alguien le lance un salvavidas, que lo auxilie, para poder conectar su mirada con alguien más. Este encuentro, y al ser una experiencia que alivia, se convierte en un dínamo, un generador de interés, se anhela la presencia del otro. Idealmente, esta interacción es recíproca, es un encuentro. A diferencia de una interacción de servicio, con un propósito, sin la necesidad de un componente afectivo.

    Una temporada de “solo uno” que transita a una temporada de “yo y los demás” nos permite abrir las opciones para conmovernos con las historias de los otros.

    Es necesario encontrar un balance, uno que permita continuar con una porción narcisista, ocupado por uno mismo y alternar con una porción de cuidado del otro. En especial cuando ese otro es una persona dependiente, como un hijo o una hija. En un escenario ideal, la fragilidad de un hijo, despierta la ternura de un padre. Podría decir que la cantidad de ternura de un padre, es proporcional a su fortaleza, una vivencia personal de grandeza puede ser una fuente constante de generosidad y cuidados.

    Escucho a padres conmovidos por el crecimiento y logros de sus hijos e hijas. Es indispensable que lo hagamos público, que el cariño por nuestros hijos sea evidente y que a ellos no les queden dudas.
    Iniciamos con una idea de “yo, mi, me, conmigo” y agregamos la idea de “apoyo, compañía y mucho cariño”
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