• 19 Domingo B El pan de vida

  • Aug 8 2024
  • Duración: 4 m
  • Podcast

19 Domingo B El pan de vida

  • Resumen

  • El pan de vida

    Seguimos hoy con el capítulo sexto del evangelio de San Juan. Es el tercer domingo que lo leemos y todavía nos quedan dos domingos más. Jesús va poco a poco profundizando en el misterio de la Eucaristía. Podemos mirar a esta verdad de nuestra fe desde los tres lados de un mismo triangulo: como la Misa, el sacrificio redentor, como comunión, el alimento del alma, y como presencia real en el sagrario. Hoy me gustaría centrarme en la Misa. Tiene dos mil años de historia y se remonta a la primera Misa en el Calvario. Eso es lo que es: la renovación del sacrifico de la Cruz.

    No amamos lo que no conocemos. ¿Por qué hay tantos católicos que no van a Misa? Porque no saben lo que es, nadie se lo ha explicado bien. Hay muy buenos libros acerca de la Santa Misa. ¿Cuándo fue la última vez que leímos uno de esos? Hoy me voy a centrar en una frase concreta, para desentrañar su significado. En latín Dominus vobiscum. El Señor esté con vosotros. Lo hemos escuchado muchas veces y respondemos automáticamente: Y con tu espíritu.

    Si te pregunto cuántas veces lo dice el sacerdote, no creo que puedas decírmelo. Aparece cuatro veces, y cada vez el sacerdote recuerda una realidad distinta. La traducción del latín no es fácil, pues no utiliza el verbo. Con lo que puede decir que el Señor está aquí, una constatación de su presencia, o que el Señor esté aquí, un deseo de que esté con nosotros. Dos realidades distintas en una misma expresión.

    La primera vez aparece al principio de la Misa, como una forma de saludo. El sacerdote no solo saluda a la congregación, sino que saluda a toda la Iglesia. Todos estamos allí presentes, aunque no hubiera nadie asistiendo a esa Misa. Nos afecta a cada uno de nosotros, a toda la creación, el universo entero. El sacerdote nos recuerda a Cristo presente: “Donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.” Jesús está realmente presente, no es solo un deseo. Nuestra respuesta expresa nuestro deseo de estar con él: Y con tu espíritu. La segunda vez que el sacerdote emplea esa expresión es antes de leer el evangelio, anunciando que está aquí en la palabra, el Logos. Jesús nos va a hablar a través de las escrituras. Por eso en las Misas solemnes traemos el libro del evangelio en procesión. Después de leer el evangelio, el sacerdote besa el libro diciendo: Las palabras del evangelio borren nuestros pecados.

    La tercera vez es al principio del Prefacio. Es un recuerdo de que vamos a comenzar la Plegaria Eucarística, el momento en el cual Jesús viene al altar. Levantad el corazón, que el Señor viene. En este momento el sacerdote desaparece, y es Jesús el que pronuncia las palabras de la consagración: este es mi cuerpo. Dios nos dice que nos descalcemos los pies, estamos entrando tierra sagrada, como Moisés en frente de la zarza que ardía sin consumirse. La última vez es en la bendición final. Después de comulgar tenemos a Jesús dentro nosotros. Si al principio de la Misa nos reunimos juntos para reconocer la presencia de Jesús entre nosotros, ahora somos enviados a traer a Cristo a los demás.

    josephpich@gmail.com

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