• 21 Domingo B Es dura esta enseñanza

  • Aug 21 2024
  • Duración: 4 m
  • Podcast

21 Domingo B Es dura esta enseñanza

  • Resumen

  • Es dura esta enseñanza

    Hoy acabamos el Capítulo sexto de San Juan con un mal final. Prefiero las películas que acaban bien. La vida es dura y los sacerdotes estamos constantemente tocando la miseria humana. La gente nos trae un montón de basura y la deja con nosotros. Intentamos llevar el estiércol a los pies de Jesús para que se convierta en gracia. Las películas nos ayudan a escapar, a soñar con otro mundo, a esperar en la eternidad. En el cielo siempre acaban bien, donde el protagonista después de acabar a los malos, camina hacia la puesta de sol de la mano de la chica bonita.

    Jesús sabía que la Eucaristía iba a ser un hueso duro de roer. Produjo debate, argumentos, escándalo y al final la gente lo abandonó. Como consecuencia el Evangelio dice que “desde ese momento muchos discípulos se echaron atrás y ya no andaban con él.” Si no creemos en presencia real de Cristo en la Eucaristía, nos echamos para atrás y volvemos a nuestra antigua vida impenitente. No podemos permanecer indiferentes ante esa realidad asombrosa: o ya no le seguimos, o nos acercamos más a él. La gente pregunta si se pude dar la comunión a políticos que van contra la fe. Jesús ha venido a confortar al afligido, y también a afligir al confortado.

    Jesús miró a la muchedumbre que se iba hasta que sólo quedaron los doce. Se dio la vuelta y les preguntó con pena: “¿También vosotros queréis marcharos?” Vemos sus caras defraudadas, mirando a la muchedumbre que desparece en la lejanía, evaporándose su esperanza de gloria humana. Pensaban qué porque había sido tan duro, que podía haber sido un poco más suave en su explicación. Es la actitud del mundo de hoy, de muchos en la Iglesia. Jesús nos repite la pregunta: ¿A dónde vais? ¿También vosotros me vais a dejar solo?

    Simón Pedro responde por nosotros: “Señor, ¿a quien iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.” Pone en palabras lo que pensamos todos. No hay nadie más como él. Jesús es único. Pero nos hace falta más fe para creer que él está con nosotros en el sagrario. Cada vez que estamos en frente de él, le respondemos: ¿A quién vamos a ir?

    Un famoso defensor de la fe cuenta cómo comenzó a defenderla. No estaba feliz con su vida, no le gustaba su trabajo de vendedor, su matrimonio estaba en crisis, y no sabía qué hacer. Decidió pasarse una hora cada día delante del sagrario durante su turno de comida por todo un mes. Cambió su vida. Dejó su trabajo y se dedicó a defender la fe. ¿Qué hacemos cuando estamos en crisis, cuando hemos perdido la felicidad, la esperanza del futuro? Deberíamos volver a Jesús cerca del sagrario. Es ahí donde encontramos el sentido de la vida, recuperamos nuestra paz y descubrimos nuestra verdadera alegría.

    josephpich@gmail.com

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