Lee Génesis 32:1–22

¿Alguna vez has sentido ganas de orar porque tenías miedo? Algunas personas ven cínicamente las oraciones de “ayúdame”. Nos preocupa que nuestros pensamientos sólo recurran a la oración cuando estamos desesperados, mientras que el resto del tiempo nos olvidamos de Dios. Pero las situaciones aterradoras también sacan a la superficie lo que realmente creemos. Las oraciones de “ayúdame” muestran que dependemos completamente del Señor y necesitamos Su ayuda.

La última vez que Jacob vio a Esaú, su hermano quería matarlo. Jacob sabía que tenía que resolver las cosas con su hermano si quería regresar a casa. Mientras Jacob se preparaba para su reunión, dos aspectos de su carácter se manifestaron plenamente. Primero, vemos a Jacob, el maestro manipulador. Cuando Jacob escuchó que su hermano vendría con 400 hombres, envió 550 animales en varios grupos diferentes al suyo para encontrarse con su hermano (vv. 13–20). Todos estos fueron regalos para Esaú. Estos rebaños representaban una enorme cantidad de riqueza. Jacob quería que Esaú estuviera de buen humor cuando se encontraran. O tal vez estaba tratando de compensar el robo de su primogenitura y bendición (v. 20).

En segundo lugar, vemos a Jacob volverse a Dios en oración. En una de las oraciones más largas de Génesis, Jacob implora a Dios: “¡Líbrame del poder de mi hermano Esaú!” (v. 11). Le recuerda a Dios (y a sí mismo) que fue por orden de Dios que regresó a Canaán (v. 9). También confesó que era “no soy digno de la bondad y fidelidad” que Dios le había mostrado (v. 10). Concluyó la oración recordando la promesa de Dios a Abraham, que le había sido dado (v. 12). Esta no fue una oración genérica, sino basada en la palabra y las promesas de Dios.

• ¿Alguna vez has hecho una oración de “ayúdame”? ¿Qué pasó? ¿Cómo cumplió Dios Sus promesas para ti?

Ora con nosotros

Señor Dios, gracias por recordarnos a través de la historia de Jacob y Esaú que Te encanta bendecir a Tu pueblo. Pero el amor de Cristo por nosotros cuenta una nueva historia. Gracias porque en Jesús descubrimos lo que significa ser verdaderamente conocido y amado.

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Lee Génesis 31:1–55

¿Alguna vez tu vida ha dado un giro inesperado? ¿Alguna vez has hecho planes sólo para reorganizarlos dramáticamente? Cuando Jacob huyó de la ira de Esaú a la casa de Labán, sólo planeaba ausentarse “por unos días” (Génesis 27:44). Esos pocos días se habían convertido en 20 años.

Génesis 31 cuenta cómo y por qué Jacob finalmente partió para regresar a casa. Los miembros de la extensa familia de Jacob no confiaban unos en otros. Los hijos de Labán acusaron a Jacob de robarle a su padre (v. 1). Labán engañó a Jacob cambiando su salario (v. 7). Jacob engañó a Labán al no decirle que estaba huyendo (v. 20). Y Raquel robó los dioses domésticos de su padre (vv. 19, 32). Claramente ella no entendía del todo lo que significaba adorar sólo al Señor. Sería difícil pasar por alto la ineficacia de estos supuestos dioses. Sólo se salvan cuando Raquel los esconde debajo de su silla, dejándolos así impuros (vv. 34–35).

Mientras tanto, Jacob crece en su confianza en el Señor. Le dio crédito a Dios por su creciente riqueza (vv. 5, 9). Obedeció el mandato de Dios de regresar a su tierra natal (v. 13). Más importante aún, Dios es fiel a Jacob. Dios no permitió que el intento de Labán de engañarlo tuviera éxito (vv. 5, 42). Cuando Labán persiguió a Jacob para atraparlo, Dios le advirtió que no le hiciera daño a Jacob (v. 24). Finalmente, permitió que Labán y Jacob llegaran a un acuerdo. Todo el tiempo, Labán había estado tratando a Jacob como a un esclavo. Terminamos con Labán haciendo un pacto con Jacob como igual (vv. 44–54).

• Podemos confiar en la verdad de que Dios está con nosotros y que no importa cómo la vida cambie nuestros planes, Dios será fiel a Sus promesas. ¿Cómo has visto a Dios trabajando en tu vida? ¿Cómo te ha ayudado Él a crecer en tu fe a través de diferentes pruebas?

Ora con nosotros

Padre, Tú conoces la inutilidad de nuestros planes humanos. Elijo confiar en Tus promesas para mi vida. Abro mis puños para entregarte mis planes. “Pero el SEÑOR es mi protector, es mi Dios y la Roca en que me refugio” (Salmos 94:22).

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Lee Génesis 30:25–43

Un amigo mío cercano trabaja en una gran empresa familiar. Cuando murió el padre que inició el negocio, los tres hermanos discutieron sobre quién estaba a cargo y cuánto poseía cada uno. Actualmente, los hermanos están envueltos en juicios entre sí. Las familias pueden ser bastante complicadas. Pero cuando se combinan las decisiones financieras y de liderazgo que conlleva una empresa, los resultados pueden ser devastadores.

Después del nacimiento de José, Jacob anhelaba regresar a la tierra de Canaán (v. 25). Jacob creyó en la promesa de Dios de que él y sus descendientes heredarían Canaán. Sabía que pertenecía allí. Sin embargo, le resultaría más difícil dejar la casa de su tío que dejar a sus padres. Ahora tenía una familia numerosa que mantener. El problema era que no poseía nada. Había trabajado durante catorce años para pagar el precio por Raquel y Lea. Bajo su cuidado, los rebaños de Labán habían florecido (vv. 29–30). Labán se había enriquecido gracias a la mano de bendición de Dios sobre Jacob (v. 27). Pero nada de esta riqueza le pertenecía a Jacob.

Entonces, Jacob propuso un plan según el cual recibiría compensación por su trabajo. Todas las ovejas y cabras moteadas y manchadas de los rebaños que él cuidaba serían eliminadas (v. 32). Cualquier oveja o cabra moteada o manchada que naciera le pertenecería como salario. Como la mayoría de las ovejas eran blancas y la mayoría de las cabras eran negras, a Labán le pareció un buen plan. Tanto Jacob como Labán intentaron sacar lo mejor del otro. Labán había engañado a Jacob para que se casara con Lea. Esta vez Jacob tuvo la ventaja. A través de algunas prácticas de apareamiento bastante extrañas, pudo criar numerosos animales fuertes, dejando a Labán con los rebaños más débiles (v. 42). Aquí seguimos viendo a Dios trabajando, bendiciendo a Jacob y mostrándose fiel a Sus promesas a pesar de las difíciles circunstancias familiares.

• ¿Por qué Jacob quería dejar a Labán? ¿Estaba justificada la reacción de Labán? ¿Por qué sí, o por qué no? ¿Cómo guarda Dios Su promesa a través de estos dos hombres imperfectos?

Ora con nosotros

Señor, gracias por el ánimo que nos das en la lectura de hoy. Todos, como Jacob, enfrentamos circunstancias familiares desafiantes, pero a pesar de todo, Tus promesas se cumplirán y Tu propósito para nuestras vidas se cumplirá.

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