• JUSTIFICACIÓN SOLO POR FE

  • Jul 22 2024
  • Duración: 6 m
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JUSTIFICACIÓN SOLO POR FE  Por  arte de portada

JUSTIFICACIÓN SOLO POR FE

  • Resumen

  • JUSTIFICACIÓN SOLO POR FE
    ROMANOS 4:20 Abraham siempre creyó la promesa de Dios sin vacilar. De hecho, su fe se fortaleció aún más y así le dio gloria a Dios. 21 Abraham estaba plenamente convencido de que Dios es poderoso para cumplir todo lo que promete. 22 Y, debido a su fe, Dios lo consideró justo. 23 Y el hecho de que Dios lo considerara justo no fue sólo para beneficio de Abraham, sino que quedó escrito 24 también para nuestro beneficio, porque nos asegura que Dios nos considerará justos a nosotros también si creemos en él, quien levantó de los muertos a Jesús nuestro Señor. 25 Él fue entregado a la muerte por causa de nuestros pecados, y resucitado para hacernos justos a los ojos de Dios. NTV.
    Toda persona que lee o estudia las Sagradas Escrituras, se encuentra con una serie de promesas hechas por el eterno Creador para la humanidad. Pero pese a que leen o estudian esas promesas, no todos los lectores o estudiosos de las Escrituras creen que Dios va cumplir con esas promesas en sus vidas. En el corazón de los hombres siempre existe la duda de que Dios cumpla con sus promesas. Estas dudas en cuanto al cumplimiento de las promesas de Dios, no solo son de las personas inconversas, sino también de las personas que tienen años y años de haber aceptado a Cristo como su Señor y Salvador. En contraste a un gran número de personas inconversas y creyentes, Abraham no dudó en las promesas que le hizo Dios. El patriarca de la nación hebrea, creyó fervientemente en las palabras de su Dios y esperó el cumplimiento de esas promesas, teniendo la plena seguridad de que en cualquier momento, Dios cumpliría con cada una de sus promesas para su vida.
    En su espera del cumplimiento de las promesas de Dios, Abraham nunca vaciló, sino que permaneció firme en su fe en Dios y el cumplimiento de sus promesas. La vida del patriarca estuvo marcada con errores, pecados y fallas, así como con sabiduría y bondad, pero siempre confió en Dios. La vida de Abraham es un ejemplo de fe en acción. Si hubiera puesto los ojos en sus recursos para sojuzgar Canaán y fundar una nación tal como Dios le había prometido, hubiera caído en la desesperación y nunca hubiese recibido las promesas de Dios. Pero Abraham al no ver el cumplimiento de las promesas de Dios de manera inmediata, no se desesperó, más bien puso sus ojos en Dios, le obedeció y esperó a que Él cumpliera su palabra a Su debido tiempo.
    Gracias a su confianza férrea en Dios y sus promesas, el patriarca de la nación hebrea fue declarado justo ante los ojos de Dios, pero esta bendición no quedaba restringida únicamente al patriarca. Esta misma manera de recibir la justicia y con ella la vida eterna funciona para todas las personas que aceptan a Jesucristo como Su Señor y Salvador. La razón por la que esta justicia les puede ser acreditada a todo aquel que acepta al Unigénito Hijo de Dios, está en que el objeto apropiado de la fe del creyente es Aquel que levantó de los muertos a Jesús, su salvador y redentor. Para que la humanidad pecadora alcance la justicia de Dios, Cristo fue entregado en manos de hombres pecadores por las trasgresiones de toda la humanidad, debido a que habían pecado y merecían la muerte. Sin embargo, en vez de exigir la aniquilación de toda la humanidad, Dios envió a su Hijo Jesucristo a la tierra para que llevara la vida perfecta que la humanidad no podía vivir y sufriera la muerte que debería haber sufrido la humanidad. Con su vida de perfecta santidad, obtuvo la justicia para toda la humanidad y con su muerte en el madero pagó por sus pecados. En Cristo, Dios ve ahora a todos los que aceptan a Su amado Hijo como justos; en Cristo todos los redimidos son justificados absolutamente de todos sus pecados pasados, presentes y futuros.
    Queridos hermanos. Cuando las personas aceptan a Cristo en su corazón, ocurre un cambio interno. Los nuevos redimidos entregan a Jesucristo sus pecados y Él les otorga Su justicia, y la absolución de todos sus pecados. No hay nada en el mundo que las personas puedan hacer para ganarse la justicia divina.

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