En la vida, nos enfrentamos constantemente a desafíos inesperados y quiero compartirte uno en primera persona que a lo mejor te pueda ayudar.

Mirá,

El 09 de octubre del 2020, hace tres años, me diagnosticaron un tumor en el ojo izquierdo.

Gracias al equipo médico que me atendió no perdí mi ojo, pero si la visión.

Sabes que, en ese momento pude entender lo crudo de la fragilidad de nuestro ser.

La noticia me mató, fue durísima, no me entraba en el cuerpo, me sentí devastado, mi vida giró 180 grados y se desencadenó un caos en mi que no sabía que existía, ahí supe lo que es la incertidumbre, como quedar flotando en el aire sin saber hacia donde es el próximo movimiento, sentí angustia, miedo, ansiedad, tristeza y soledad, porque aunque tenía gente querida a mi lado y que me acompañó, entendí que estaba solo, que nadie podía ayudarme a llevar mi carga, mi dolor, algo intransferible.

Pero no podía seguir así, necesitaba serenidad, entonces como primer paso acepté la realidad de la situación que estaba viviendo y reconocí que no podía evitar lo que estaba pasando, el tumor.

Entendí que las cosas son como son y no como nos gustaría que fueran y que si era algo muy malo yo no lo podía detener solo transformarlo y si no lo era, iba a pasar en algún momento.

Entonces por un lado me enfoqué en lo que sí podía manejar, en mis emociones, mis actitudes y mis acciones lo que implicó buscar la mejor atención médica disponible y tomar las mejores decisiones sobre el tratamiento.

También fue una oportunidad para fortalecer o terminar esas relaciones o conexiones con personas que me rodeaban, apoyándome solo en el amor y el apoyo de amigos y familiares que sie estuvieron a mi lado.

Hoy a tres años de aquel caos, aprendí que no hay culpables, las cosas pasan, que no podemos vivir lamentándonos constantemente por lo que hemos perdido, y que solo podemos encontrar significado y propósito en el presente, si aqui y ahora.

Esta en cada uno de nosotros, aprovechar estas experiencias por duras que sean, para crecer como individuos, encontrar una mayor comprensión de nosotros mismos y fortalecer nuestra resiliencia.

Debemos tomar conciencia sobre lo que realmente importa en la vida y enfocarnos en cultivar relaciones significativas, nutrir nuestro espíritu y encontrar la belleza en los momentos más simples.

En última instancia, el diagnóstico de un tumor, una enfermedad terminal, una separación, la pérdida de un ser querido, o lo que fuere, es una página en la historia de nuestra vida.

Y la vida, con sus altibajos, es un viaje en el que la virtud y la paz interior pueden ser nuestras guías más fieles.

Recordá que el tiempo es precioso y que cada día es un regalo.

Como digo siempre, la vida comienza todos los días y dura 24 hs.

Disfrutala,

Viva la vida