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A la Conquista con Dios (Josué)

By: Ministerio UMCD
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  • El pueblo de Dios debe conquistar esta vida para vivir en victoria, y junto al Señor es posible. Estas lecciones tomadas del Libro de Josué nos ayudarán a lograr esa victoria.
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  • 40 - A la Conquista con Dios - Influencia positiva [Josué 24:29-33]
    Jul 12 2021
    40 – Influencia positiva

    Josué 24:29-33
    “Después de estas cosas murió Josué hijo de Nun, siervo de Jehová, siendo de ciento diez años. Y le sepultaron en su heredad en Timnat-sera, que está en el monte de Efraín, al norte del monte de Gaas. Y sirvió Israel a Jehová todo el tiempo de Josué, y todo el tiempo de los ancianos que sobrevivieron a Josué y que sabían todas las obras que Jehová había hecho por Israel. Y enterraron en Siquem los huesos de José, que los hijos de Israel habían traído de Egipto, en la parte del campo que Jacob compró de los hijos de Hamor padre de Siquem, por cien piezas de dinero; y fue posesión de los hijos de José. También murió Eleazar hijo de Aarón, y lo enterraron en el collado de Finees su hijo, que le fue dado en el monte de Efraín.”

    Existen personas que han influenciado positiva o negativamente a otros en gran manera. Políticos, sociólogos, libertadores, héroes, deportistas, pensadores y otros; personas que han influenciado la manera de vivir de una sociedad o generación.

    Muchos de esos cambios generados por su influencia han permanecido por mucho tiempo, mientras que otros han sido cortos o pasajero. Por ejemplo, un político o héroe en la época de la colonia cambió el rumbo de un territorio para convertirlo en nación independiente, mientras que los zapatos que usa cierto deportista son usados por aquellos que los siguen hasta que salga un nuevo modelo. Por todo lado se observa la influencia.

    Actualmente se escucha mucho de aquellos a quienes se les llama «influencers», personas que están marcando un estilo de vida en aquellos que los siguen por las redes sociales.

    Josué fue uno de aquellos personajes. Su vida fue marcada por la obediencia a Dios, y ese estilo de vida marcó el comportamiento de la generación que entró en la tierra prometida: “Y sirvió Israel a Jehová todo el tiempo de Josué” (v. 31).

    Desde el inicio Josué mostró un carácter piadoso. Aprendiendo de Moisés, él supo lo que era servir a Dios, e hizo de esto un estilo de vida que no solo le ayudó a él y a su liderazgo, sino que fue un referente para la generación de su época.

    Pero Eleazar, descendiente de Aarón, también tuvo gran influencia en esta generación. Al morir su padre, Eleazar estuvo a cargo del sacerdocio de los levitas y sirvió como consejero de Josué (Nm. 27:15-23). Es evidente que la vida espiritual de toda esa generación estuvo bajo la influencia de hombres que agradaron y sirvieron a Dios.

    Nosotros también podemos generar una influencia positiva en nuestra sociedad. El Señor nos ha llamado a ser sal y luz del mundo (Mt. 5:13-16), eso quiere decir que nuestra vida debe favorecer al cambio positivo y piadoso del comportamiento de nuestra generación y las que vienen. En un mundo en la que su moral va rápidamente en declive, nosotros debemos, más que antes, ser entes activos en la preservación y transformación de los nuestros y de los que vienen.

    Con la ayuda de Dios, y tal como lo han hecho todos aquellos que han servido al Señor, debemos comprometernos primero a vivir esa vida de obediencia para después enseñarla. Si nosotros no sabemos lo que ello significa, menos vamos a poder enseñar lo que es.

    Tomemos la iniciativa, sirvamos al Señor de corazón, y modelemos una vida santa y fructífera para que otros puedan seguir lo mismo.

    «Todo cristiano debe considerar la consagración a Dios, entre otras cosas, como instrumento de influencia positiva a un mundo perdido y sin Dios» –Ministerio UMCD–

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  • 39 - A la Conquista con Dios - ¿A quién quiero seguir? - Parte II [Josué 24:16-28]
    Jul 9 2021
    39 – ¿A quién quiero seguir? – Parte II

    Josué 24:16-24
    “Entonces el pueblo respondió y dijo: Nunca tal acontezca, que dejemos a Jehová para servir a otros dioses; porque Jehová nuestro Dios es el que nos sacó a nosotros y a nuestros padres de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre; el que ha hecho estas grandes señales, y nos ha guardado por todo el camino por donde hemos andado, y en todos los pueblos por entre los cuales pasamos. Y Jehová arrojó de delante de nosotros a todos los pueblos, y al amorreo que habitaba en la tierra; nosotros, pues, también serviremos a Jehová, porque él es nuestro Dios. Entonces Josué dijo al pueblo: No podréis servir a Jehová, porque él es Dios santo, y Dios celoso; no sufrirá vuestras rebeliones y vuestros pecados. Si dejareis a Jehová y sirviereis a dioses ajenos, él se volverá y os hará mal, y os consumirá, después que os ha hecho bien. El pueblo entonces dijo a Josué: No, sino que a Jehová serviremos. Y Josué respondió al pueblo: Vosotros sois testigos contra vosotros mismos, de que habéis elegido a Jehová para servirle. Y ellos respondieron: Testigos somos. Quitad, pues, ahora los dioses ajenos que están entre vosotros, e inclinad vuestro corazón a Jehová Dios de Israel. Y el pueblo respondió a Josué: A Jehová nuestro Dios serviremos, y a su voz obedeceremos.”

    Compromisos de momento, esa parece que es la tónica de muchas personas, inclusive de los hijos de Dios. Muchos caemos en el emocionalismo de comprometernos por un momento, pero después dejamos ese compromiso y no seguimos lo acordado. Sobre todo, cuando se trata de decisiones serias.

    Por ejemplo, cuantos de nosotros hacemos resoluciones de año nuevo y no las cumplimos, cuantos padres dicen a sus hijos que harán algo y no lo hacen, cuantas parejas se prometen amor eterno y se divorcian después, etc. Definitivamente como personas tenemos una tendencia a no guardar nuestros compromisos seria y fielmente.

    El pueblo estaba en Siquem escuchando todo lo que Josué tenía que decir referente al compromiso de vida que cada uno de ellos debía hacer para servir a Dios solamente (Jos. 24:1-15), y ahora era el turno de ellos de responder al llamado de su líder, y en forma unánime contestan: “Nunca tal acontezca, que dejemos a Jehová para servir a otros dioses” (v. 16).

    Parecería indeclinable esa respuesta, ya que expresan que “nunca” dejarían a Dios, sino que se comprometían todos a servirle. Josué, intuyendo que esto no fue considerado adecuadamente, les vuelve a decir que no van a poder servir a Dios sencillamente, porque el Señor no va a tolerar fácilmente eso compromiso ligero “porque él es Dios santo, y Dios celoso; no sufrirá vuestras rebeliones y vuestros pecados” (v. 19), y ellos nuevamente les responden que “no, sino que a Jehová serviremos” (v. 20), y luego sabemos la historia. En Jueces leemos que después de la muerte de Josué el pueblo sí se apartó de seguir a Dios (Jue. 2:1-14).

    El problema estaba en ellos todo el tiempo, Josué mismo les repite: “Quitad, pues, ahora los dioses ajenos que están entre vosotros, e inclinad vuestro corazón a Jehová Dios de Israel” (v. 23). La idolatría en ellos estaba siempre presente, y aunque entendían lo que Dios les pedía, ellos no tomaban una decisión concreta de erradicar todo vestigio de idolatría de sus vidas.

    Esta lección debe ayudarnos a mirar con detenimiento lo que nos pasa cuando no tomamos una decisión definitiva, primero, de sacar de nuestra vida todo vestigio de pecado e idolatría en nosotros, y, segundo, de hacer un compromiso serio y diario con Dios para agradarle todos los días de nuestra vida.

    Para lograrlo debemos pasar leyendo la Biblia todos los días, porque Ella nos recuerda constantemente lo que sí le agrada a Dios y lo que le disgusta. Además, debemos morir cada día a nuestra carne y entregarnos a un sacrificio diario de seguirle. Y requerimos buscar creyentes maduros, sabios y prestos para que nos ayuden a seguir estos pasos mediante la rendición d

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  • 38 - A la Conquista con Dios - ¿A quién quiero seguir? Parte I [Josué 24:1-15]
    Jul 8 2021
    38 – ¿A quién quiero seguir? – Parte I

    Josué 24:1-5, 13-15
    “Reunió Josué a todas las tribus de Israel en Siquem, y llamó a los ancianos de Israel, sus príncipes, sus jueces y sus oficiales; y se presentaron delante de Dios. Y dijo Josué a todo el pueblo: Así dice Jehová, Dios de Israel: Vuestros padres habitaron antiguamente al otro lado del río, esto es, Taré, padre de Abraham y de Nacor; y servían a dioses extraños. Y yo tomé a vuestro padre Abraham del otro lado del río, y lo traje por toda la tierra de Canaán, y aumenté su descendencia, y le di Isaac. A Isaac di Jacob y Esaú. Y a Esaú di el monte de Seir, para que lo poseyese; pero Jacob y sus hijos descendieron a Egipto. Y yo envié a Moisés y a Aarón, y herí a Egipto, conforme a lo que hice en medio de él, y después os saqué. […] Y os di la tierra por la cual nada trabajasteis, y las ciudades que no edificasteis, en las cuales moráis; y de las viñas y olivares que no plantasteis, coméis. Ahora, pues, temed a Jehová, y servidle con integridad y en verdad; y quitad de entre vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del río, y en Egipto; y servid a Jehová. Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová.”

    Sin conocer a Dios, lejos de alguna posibilidad de relacionarse íntimamente con el Altísimo, alejado de Sus promesas y sin relevancia eterna, así se encontraba Abraham antes de que el Señor lo buscara en Ur de los caldeos y le trajera a Canaán y le prometiera una descendencia que sería de bendición a todas las naciones (Gn 11:31 – 12:9).

    Pero no solo fue lo que Dios hizo en favor de todos nosotros por medio de la descendencia de Abraham, pues de ahí viene nuestro Señor y Salvador Jesucristo (Mt. 1:1); para Abraham ésta fue la oportunidad de ser salvo (Gn 15:6) y de llegar a conocer a un Dios para él antes desconocido, ya que él y sus padres adoraban a “dioses extraños” (v. 2).

    Dios estaba cumpliendo Su plan de redención al incluir a Abraham y a su descendencia como instrumentos para el nacimiento de Jesús, y esto de alguna manera es lo que Josué estaba tratando de explicar a los israelitas en este momento (Jos. 24).

    Josué estaba ya avanzado de edad, y entre varias cosas, les hace un recuento corto, pero profundamente significativo, de todo lo que Dios había hecho con Abraham, Isaac, Jacob y sus hijos. Ahora ellos, los descendientes de Jacob, habían recibido lo prometido después de haber sido liberados poderosamente de Egipto y llevados por todo este tiempo bajo la protección y la mano de Dios (v. 1-13). Y es ante esta reflexión que les dice: “Ahora, pues, temed a Jehová, y servidle con integridad y en verdad… Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis.” (v. 14, 15).

    Josué tenía claro a Quién adorar (“yo y mi casa serviremos a Jehová”), pero era necesario que el pueblo medite sobre todo lo acontecido para que en esta exhortación de avivamiento hagan un autoexamen propio de su compromiso con Dios y se consagren al Señor seriamente.

    Este es un buen momento para que nosotros miremos en nuestra vida también y hagamos una introspección a nuestro compromiso con Dios. Si nos damos cuenta, nosotros también estábamos alejados de Dios adorando a otros dioses, alejados de la ciudadanía celestial, y caminado a la condenación. Fue Dios, Quien por medio de la predicación del evangelio nos rescató y nos ha dado perdón, vida eterna e identidad con Él. Ahora tenemos un futuro eterno maravilloso y podemos en esta vida decidir servirle a Él y cumplir con Sus propósitos.

    Por qué no hacer una pauta en nuestra rutina, mirar a nuestra vida pasada, recordar el día que recibimos a Cristo cuando aún estábamos lejos de Dios, y analicemos si realmente estamos siguiendo a Dios o no, y hagamos una decisión sobre ese análisis...

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