• 40 - A la Conquista con Dios - Influencia positiva [Josué 24:29-33]
    Jul 12 2021
    40 – Influencia positiva

    Josué 24:29-33
    “Después de estas cosas murió Josué hijo de Nun, siervo de Jehová, siendo de ciento diez años. Y le sepultaron en su heredad en Timnat-sera, que está en el monte de Efraín, al norte del monte de Gaas. Y sirvió Israel a Jehová todo el tiempo de Josué, y todo el tiempo de los ancianos que sobrevivieron a Josué y que sabían todas las obras que Jehová había hecho por Israel. Y enterraron en Siquem los huesos de José, que los hijos de Israel habían traído de Egipto, en la parte del campo que Jacob compró de los hijos de Hamor padre de Siquem, por cien piezas de dinero; y fue posesión de los hijos de José. También murió Eleazar hijo de Aarón, y lo enterraron en el collado de Finees su hijo, que le fue dado en el monte de Efraín.”

    Existen personas que han influenciado positiva o negativamente a otros en gran manera. Políticos, sociólogos, libertadores, héroes, deportistas, pensadores y otros; personas que han influenciado la manera de vivir de una sociedad o generación.

    Muchos de esos cambios generados por su influencia han permanecido por mucho tiempo, mientras que otros han sido cortos o pasajero. Por ejemplo, un político o héroe en la época de la colonia cambió el rumbo de un territorio para convertirlo en nación independiente, mientras que los zapatos que usa cierto deportista son usados por aquellos que los siguen hasta que salga un nuevo modelo. Por todo lado se observa la influencia.

    Actualmente se escucha mucho de aquellos a quienes se les llama «influencers», personas que están marcando un estilo de vida en aquellos que los siguen por las redes sociales.

    Josué fue uno de aquellos personajes. Su vida fue marcada por la obediencia a Dios, y ese estilo de vida marcó el comportamiento de la generación que entró en la tierra prometida: “Y sirvió Israel a Jehová todo el tiempo de Josué” (v. 31).

    Desde el inicio Josué mostró un carácter piadoso. Aprendiendo de Moisés, él supo lo que era servir a Dios, e hizo de esto un estilo de vida que no solo le ayudó a él y a su liderazgo, sino que fue un referente para la generación de su época.

    Pero Eleazar, descendiente de Aarón, también tuvo gran influencia en esta generación. Al morir su padre, Eleazar estuvo a cargo del sacerdocio de los levitas y sirvió como consejero de Josué (Nm. 27:15-23). Es evidente que la vida espiritual de toda esa generación estuvo bajo la influencia de hombres que agradaron y sirvieron a Dios.

    Nosotros también podemos generar una influencia positiva en nuestra sociedad. El Señor nos ha llamado a ser sal y luz del mundo (Mt. 5:13-16), eso quiere decir que nuestra vida debe favorecer al cambio positivo y piadoso del comportamiento de nuestra generación y las que vienen. En un mundo en la que su moral va rápidamente en declive, nosotros debemos, más que antes, ser entes activos en la preservación y transformación de los nuestros y de los que vienen.

    Con la ayuda de Dios, y tal como lo han hecho todos aquellos que han servido al Señor, debemos comprometernos primero a vivir esa vida de obediencia para después enseñarla. Si nosotros no sabemos lo que ello significa, menos vamos a poder enseñar lo que es.

    Tomemos la iniciativa, sirvamos al Señor de corazón, y modelemos una vida santa y fructífera para que otros puedan seguir lo mismo.

    «Todo cristiano debe considerar la consagración a Dios, entre otras cosas, como instrumento de influencia positiva a un mundo perdido y sin Dios» –Ministerio UMCD–

    #ConquistaConDios #Consagración #Influencia #Testimonio #Instrumento #Compromiso #Fidelidad #Reflexión #Reconocimiento #ObraDeDios #CaminarConDios #VidaCristiana #Líder #Liderazgo #MinisterioUMCD #UnMomentoConDios

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  • 39 - A la Conquista con Dios - ¿A quién quiero seguir? - Parte II [Josué 24:16-28]
    Jul 9 2021
    39 – ¿A quién quiero seguir? – Parte II

    Josué 24:16-24
    “Entonces el pueblo respondió y dijo: Nunca tal acontezca, que dejemos a Jehová para servir a otros dioses; porque Jehová nuestro Dios es el que nos sacó a nosotros y a nuestros padres de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre; el que ha hecho estas grandes señales, y nos ha guardado por todo el camino por donde hemos andado, y en todos los pueblos por entre los cuales pasamos. Y Jehová arrojó de delante de nosotros a todos los pueblos, y al amorreo que habitaba en la tierra; nosotros, pues, también serviremos a Jehová, porque él es nuestro Dios. Entonces Josué dijo al pueblo: No podréis servir a Jehová, porque él es Dios santo, y Dios celoso; no sufrirá vuestras rebeliones y vuestros pecados. Si dejareis a Jehová y sirviereis a dioses ajenos, él se volverá y os hará mal, y os consumirá, después que os ha hecho bien. El pueblo entonces dijo a Josué: No, sino que a Jehová serviremos. Y Josué respondió al pueblo: Vosotros sois testigos contra vosotros mismos, de que habéis elegido a Jehová para servirle. Y ellos respondieron: Testigos somos. Quitad, pues, ahora los dioses ajenos que están entre vosotros, e inclinad vuestro corazón a Jehová Dios de Israel. Y el pueblo respondió a Josué: A Jehová nuestro Dios serviremos, y a su voz obedeceremos.”

    Compromisos de momento, esa parece que es la tónica de muchas personas, inclusive de los hijos de Dios. Muchos caemos en el emocionalismo de comprometernos por un momento, pero después dejamos ese compromiso y no seguimos lo acordado. Sobre todo, cuando se trata de decisiones serias.

    Por ejemplo, cuantos de nosotros hacemos resoluciones de año nuevo y no las cumplimos, cuantos padres dicen a sus hijos que harán algo y no lo hacen, cuantas parejas se prometen amor eterno y se divorcian después, etc. Definitivamente como personas tenemos una tendencia a no guardar nuestros compromisos seria y fielmente.

    El pueblo estaba en Siquem escuchando todo lo que Josué tenía que decir referente al compromiso de vida que cada uno de ellos debía hacer para servir a Dios solamente (Jos. 24:1-15), y ahora era el turno de ellos de responder al llamado de su líder, y en forma unánime contestan: “Nunca tal acontezca, que dejemos a Jehová para servir a otros dioses” (v. 16).

    Parecería indeclinable esa respuesta, ya que expresan que “nunca” dejarían a Dios, sino que se comprometían todos a servirle. Josué, intuyendo que esto no fue considerado adecuadamente, les vuelve a decir que no van a poder servir a Dios sencillamente, porque el Señor no va a tolerar fácilmente eso compromiso ligero “porque él es Dios santo, y Dios celoso; no sufrirá vuestras rebeliones y vuestros pecados” (v. 19), y ellos nuevamente les responden que “no, sino que a Jehová serviremos” (v. 20), y luego sabemos la historia. En Jueces leemos que después de la muerte de Josué el pueblo sí se apartó de seguir a Dios (Jue. 2:1-14).

    El problema estaba en ellos todo el tiempo, Josué mismo les repite: “Quitad, pues, ahora los dioses ajenos que están entre vosotros, e inclinad vuestro corazón a Jehová Dios de Israel” (v. 23). La idolatría en ellos estaba siempre presente, y aunque entendían lo que Dios les pedía, ellos no tomaban una decisión concreta de erradicar todo vestigio de idolatría de sus vidas.

    Esta lección debe ayudarnos a mirar con detenimiento lo que nos pasa cuando no tomamos una decisión definitiva, primero, de sacar de nuestra vida todo vestigio de pecado e idolatría en nosotros, y, segundo, de hacer un compromiso serio y diario con Dios para agradarle todos los días de nuestra vida.

    Para lograrlo debemos pasar leyendo la Biblia todos los días, porque Ella nos recuerda constantemente lo que sí le agrada a Dios y lo que le disgusta. Además, debemos morir cada día a nuestra carne y entregarnos a un sacrificio diario de seguirle. Y requerimos buscar creyentes maduros, sabios y prestos para que nos ayuden a seguir estos pasos mediante la rendición d

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  • 38 - A la Conquista con Dios - ¿A quién quiero seguir? Parte I [Josué 24:1-15]
    Jul 8 2021
    38 – ¿A quién quiero seguir? – Parte I

    Josué 24:1-5, 13-15
    “Reunió Josué a todas las tribus de Israel en Siquem, y llamó a los ancianos de Israel, sus príncipes, sus jueces y sus oficiales; y se presentaron delante de Dios. Y dijo Josué a todo el pueblo: Así dice Jehová, Dios de Israel: Vuestros padres habitaron antiguamente al otro lado del río, esto es, Taré, padre de Abraham y de Nacor; y servían a dioses extraños. Y yo tomé a vuestro padre Abraham del otro lado del río, y lo traje por toda la tierra de Canaán, y aumenté su descendencia, y le di Isaac. A Isaac di Jacob y Esaú. Y a Esaú di el monte de Seir, para que lo poseyese; pero Jacob y sus hijos descendieron a Egipto. Y yo envié a Moisés y a Aarón, y herí a Egipto, conforme a lo que hice en medio de él, y después os saqué. […] Y os di la tierra por la cual nada trabajasteis, y las ciudades que no edificasteis, en las cuales moráis; y de las viñas y olivares que no plantasteis, coméis. Ahora, pues, temed a Jehová, y servidle con integridad y en verdad; y quitad de entre vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del río, y en Egipto; y servid a Jehová. Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová.”

    Sin conocer a Dios, lejos de alguna posibilidad de relacionarse íntimamente con el Altísimo, alejado de Sus promesas y sin relevancia eterna, así se encontraba Abraham antes de que el Señor lo buscara en Ur de los caldeos y le trajera a Canaán y le prometiera una descendencia que sería de bendición a todas las naciones (Gn 11:31 – 12:9).

    Pero no solo fue lo que Dios hizo en favor de todos nosotros por medio de la descendencia de Abraham, pues de ahí viene nuestro Señor y Salvador Jesucristo (Mt. 1:1); para Abraham ésta fue la oportunidad de ser salvo (Gn 15:6) y de llegar a conocer a un Dios para él antes desconocido, ya que él y sus padres adoraban a “dioses extraños” (v. 2).

    Dios estaba cumpliendo Su plan de redención al incluir a Abraham y a su descendencia como instrumentos para el nacimiento de Jesús, y esto de alguna manera es lo que Josué estaba tratando de explicar a los israelitas en este momento (Jos. 24).

    Josué estaba ya avanzado de edad, y entre varias cosas, les hace un recuento corto, pero profundamente significativo, de todo lo que Dios había hecho con Abraham, Isaac, Jacob y sus hijos. Ahora ellos, los descendientes de Jacob, habían recibido lo prometido después de haber sido liberados poderosamente de Egipto y llevados por todo este tiempo bajo la protección y la mano de Dios (v. 1-13). Y es ante esta reflexión que les dice: “Ahora, pues, temed a Jehová, y servidle con integridad y en verdad… Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis.” (v. 14, 15).

    Josué tenía claro a Quién adorar (“yo y mi casa serviremos a Jehová”), pero era necesario que el pueblo medite sobre todo lo acontecido para que en esta exhortación de avivamiento hagan un autoexamen propio de su compromiso con Dios y se consagren al Señor seriamente.

    Este es un buen momento para que nosotros miremos en nuestra vida también y hagamos una introspección a nuestro compromiso con Dios. Si nos damos cuenta, nosotros también estábamos alejados de Dios adorando a otros dioses, alejados de la ciudadanía celestial, y caminado a la condenación. Fue Dios, Quien por medio de la predicación del evangelio nos rescató y nos ha dado perdón, vida eterna e identidad con Él. Ahora tenemos un futuro eterno maravilloso y podemos en esta vida decidir servirle a Él y cumplir con Sus propósitos.

    Por qué no hacer una pauta en nuestra rutina, mirar a nuestra vida pasada, recordar el día que recibimos a Cristo cuando aún estábamos lejos de Dios, y analicemos si realmente estamos siguiendo a Dios o no, y hagamos una decisión sobre ese análisis...

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  • 37 - A la Conquista con Dios - ¡Hay que esforzarnos! [Josué 23:1-16]
    Jul 7 2021
    37 – ¡Hay que esforzarnos!

    Josué 23:1-11
    “Aconteció, muchos días después que Jehová diera reposo a Israel de todos sus enemigos alrededor, que Josué, siendo ya viejo y avanzado en años, llamó a todo Israel, a sus ancianos, sus príncipes, sus jueces y sus oficiales, y les dijo: Yo ya soy viejo y avanzado en años. Y vosotros habéis visto todo lo que Jehová vuestro Dios ha hecho con todas estas naciones por vuestra causa; porque Jehová vuestro Dios es quien ha peleado por vosotros. He aquí os he repartido por suerte, en herencia para vuestras tribus, estas naciones, así las destruidas como las que quedan, desde el Jordán hasta el Mar Grande, hacia donde se pone el sol. Y Jehová vuestro Dios las echará de delante de vosotros, y las arrojará de vuestra presencia; y vosotros poseeréis sus tierras, como Jehová vuestro Dios os ha dicho. Esforzaos, pues, mucho en guardar y hacer todo lo que está escrito en el libro de la ley de Moisés, sin apartaros de ello ni a diestra ni a siniestra; para que no os mezcléis con estas naciones que han quedado con vosotros, ni hagáis mención ni juréis por el nombre de sus dioses, ni los sirváis, ni os inclinéis a ellos. Mas a Jehová vuestro Dios seguiréis, como habéis hecho hasta hoy. Pues ha arrojado Jehová delante de vosotros grandes y fuertes naciones, y hasta hoy nadie ha podido resistir delante de vuestro rostro. Un varón de vosotros perseguirá a mil; porque Jehová vuestro Dios es quien pelea por vosotros, como él os dijo. Guardad, pues, con diligencia vuestras almas, para que améis a Jehová vuestro Dios.”

    Esforzarse es realizar acciones físicas o morales enérgicas en busca de un objetivo, y en el pasaje que estamos aprendiendo, el objetivo es alcanzar la obediencia a Dios.

    En el Libro de Josué, Dios utiliza ocho veces la palabra «hazaq» (fortalecer, esforzar o endurecer), y de éstas, cinco veces se traduce como “te esfuerces”, “esfuérzate” o “esforzaos” (Jos. 1:6, 7, 9, 18; 23:6), y todas ellas relacionadas con la obediencia a Dios y al esfuerzo enérgico que tiene que hacer el hombre para seguirle a Él.

    Es evidente que el éxito de todo lo que pasó en la historia de este apasionante Libro gira en torno a la obediencia.

    La obediencia requiere de esfuerzo porque necesitamos estirar nuestra voluntad hacia la voluntad de Dios, o de recortar o limitar nuestra voluntad al pecado. Si bien nosotros solos no podemos, dependemos del Espíritu Santo para poder vencer a la carne, somos nosotros quienes necesitamos dar ese esfuerzo voluntario de querer permanecer dentro de la voluntad de Dios para no desobedecer. Es una lucha intensa entre mi naturaleza pecaminosa y la voluntad del Señor.

    Josué apela a la obediencia del pueblo, y no solo le pide que se esfuerce, sino que se esfuerce “mucho en guardar y hacer todo lo que está escrito” (v. 6), y para ello les da varias razones: Dios les dio el “reposo” (v. 1); ellos vieron la obra de Dios en su favor (v. 3); lo recibido fue la “herencia” prometida (v. 4); no hubo quien haya podido pelear en contra de ellos (v. 5, 9), y que no olviden de la fidelidad de Dios a Su Palabra (v. 14). Y lo que les pide es: Que sigan todo lo escrito por Dios (v. 6); que no hagan alianza con otras naciones ni con sus dioses (v. 7); que amen con todo su ser a Dios (v. 11); que no den a sus hijos a los hijos de los paganos (v. 12); y les advierte del costo de la desobediencia (v. 13, 15-16).

    Y aunque con todo lo dicho, parecería que iba a ser fácil para ellos seguir a Dios, lo cierto es que no era así, por eso Josué, temiendo que el pueblo no siga a Jehová, les pide que se esfuercen mucho en obedecer.

    Nosotros también podemos ver que la obediencia requiere gran esfuerzo. Cada día batallamos con nuestros pecados y debilidades, enfrentamos tentaciones de la carne, el mundo y satanás, y las posibilidades de fallarle están siempre presentes; por esta razón nosotros debemos esforzarnos a morir a nuestra carne tomando nuestra cruz y siguiéndole a Él en obediencia..

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  • 36 - A la Conquista con Dios - No emita juicio sin fundamento [Josué 22:9-34]
    Jul 6 2021
    36 – No emita juicio sin fundamento

    Josué 22:13-18, 21-27, 33
    “Y enviaron los hijos de Israel a los hijos de Rubén y a los hijos de Gad y a la media tribu de Manasés en tierra de Galaad, a Finees hijo del sacerdote Eleazar, y a diez príncipes con él: un príncipe por cada casa paterna de todas las tribus de Israel, cada uno de los cuales era jefe de la casa de sus padres entre los millares de Israel. Los cuales fueron a los hijos de Rubén y a los hijos de Gad y a la media tribu de Manasés, en la tierra de Galaad, y les hablaron diciendo: Toda la congregación de Jehová dice así: ¿Qué transgresión es esta con que prevaricáis contra el Dios de Israel para apartaros hoy de seguir a Jehová, edificándoos altar para ser rebeldes contra Jehová? ¿No ha sido bastante la maldad de Peor, de la que no estamos aún limpios hasta este día, por la cual vino la mortandad en la congregación de Jehová, para que vosotros os apartéis hoy de seguir a Jehová? Vosotros os rebeláis hoy contra Jehová, y mañana se airará él contra toda la congregación de Israel. […] Entonces los hijos de Rubén y los hijos de Gad y la media tribu de Manasés respondieron y dijeron a los cabezas de los millares de Israel: Jehová Dios de los dioses, Jehová Dios de los dioses, él sabe, y hace saber a Israel: si fue por rebelión o por prevaricación contra Jehová, no nos salves hoy. Si nos hemos edificado altar para volvernos de en pos de Jehová, o para sacrificar holocausto u ofrenda, o para ofrecer sobre él ofrendas de paz, el mismo Jehová nos lo demande. Lo hicimos más bien por temor de que mañana vuestros hijos digan a nuestros hijos: ¿Qué tenéis vosotros con Jehová Dios de Israel? Jehová ha puesto por lindero el Jordán entre nosotros y vosotros, oh hijos de Rubén e hijos de Gad; no tenéis vosotros parte en Jehová; y así vuestros hijos harían que nuestros hijos dejasen de temer a Jehová. Por esto dijimos: Edifiquemos ahora un altar, no para holocausto ni para sacrificio, sino para que sea un testimonio entre nosotros y vosotros, y entre los que vendrán después de nosotros, de que podemos hacer el servicio de Jehová delante de él con nuestros holocaustos, con nuestros sacrificios y con nuestras ofrendas de paz; y no digan mañana vuestros hijos a los nuestros: Vosotros no tenéis parte en Jehová. […] Y el asunto pareció bien a los hijos de Israel, y bendijeron a Dios los hijos de Israel; y no hablaron más de subir contra ellos en guerra, para destruir la tierra en que habitaban los hijos de Rubén y los hijos de Gad.”

    Muchas veces me he encontrado emitiendo un juicio sin conocer todos los detalles de lo acontecido, y muchas de esas ocasiones he dado un juicio errado. ¡Qué falta tan grave!

    Tal vez usted se ha encontrado en esos embarazosos momentos también, cuando por equivocación fallamos, y no nos detuvimos sino hasta que nos dimos cuenta del error, pudiendo incluso llegar a causar perjuicio por error.

    El pueblo que se asentó al occidente del Jordán estaba molesto porque las dos tribus y media habían levantado un altar a las orillas del río (v. 10), y pensaban que estaban desechando a Silo, lugar que se había designado como centro de adoración durante el tiempo de la conquista, y siguió así hasta los jueces.

    Además, ellos estaban preocupados porque creían que esto traería la indignación de Jehová, por lo que temían un castigo del Señor (v. 16-20). Hacen un llamado al arrepentimiento, y si no, estarían listos para “pelear contra ellos” (v. 12). Lo único que cambio la manera de como ellos estaban juzgando fue que enviaron al sacerdote Finees con diez príncipes de las tribus (v. 13-14), y escucharon la verdad del propósito detrás del altar (v. 21-29), esto evitó un conflicto que pudo haber traído gran daño (v. 30-33).

    En esta lección aprendemos que no es bueno emitir juicio sin conocer completamente lo que está sucediendo. Antes de actuar, busque más información, dialogue con las personas, sobre todos con aquellos de quienes sospechamos algo inapropiado...

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  • 35 - A la Conquista con Dios - Bien hecho, ahora, sigue así [Josué 22:1-8]
    Jul 5 2021
    35 – Bien hecho, ahora, sigue así

    Josué 22:1-8
    “Entonces Josué llamó a los rubenitas, a los gaditas, y a la media tribu de Manasés, y les dijo: Vosotros habéis guardado todo lo que Moisés siervo de Jehová os mandó, y habéis obedecido a mi voz en todo lo que os he mandado. No habéis dejado a vuestros hermanos en este largo tiempo hasta el día de hoy, sino que os habéis cuidado de guardar los mandamientos de Jehová vuestro Dios. Ahora, pues, que Jehová vuestro Dios ha dado reposo a vuestros hermanos, como lo había prometido, volved, regresad a vuestras tiendas, a la tierra de vuestras posesiones, que Moisés siervo de Jehová os dio al otro lado del Jordán. Solamente que con diligencia cuidéis de cumplir el mandamiento y la ley que Moisés siervo de Jehová os ordenó: que améis a Jehová vuestro Dios, y andéis en todos sus caminos; que guardéis sus mandamientos, y le sigáis a él, y le sirváis de todo vuestro corazón y de toda vuestra alma. Y bendiciéndolos, Josué los despidió, y se fueron a sus tiendas. También a la media tribu de Manasés había dado Moisés posesión en Basán; mas a la otra mitad dio Josué heredad entre sus hermanos a este lado del Jordán, al occidente; y también a éstos envió Josué a sus tiendas, después de haberlos bendecido. Y les habló diciendo: Volved a vuestras tiendas con grandes riquezas, con mucho ganado, con plata, con oro, y bronce, y muchos vestidos; compartid con vuestros hermanos el botín de vuestros enemigos.”

    Existe gran satisfacción cuando se sabe que se ha alcanzado una buena labor y que esta haya concluido con gran éxito. Esa misma satisfacción se extiende a otros cuando en ella han participado muchas personas, haciendo que la emoción se multiplique.

    ¡Pero imagine usted que satisfacción se dará cuando esto repite una y otra vez! Cuando todo lo que se ve en el futuro es una lista innumerable de grandes logros, y que todo se traduce en una vida llena de victorias, que gran sentimiento debe ser eso, ¿verdad?

    ¡Esto es posible cuando se sigue la misma «receta» que nos llevó al éxito!

    Josué estaba por despedir a las dos tribus y media que acompañaron a sus hermanos en la conquista de la tierra prometida: Rubén, Gad, y la media tribu de Manasés. No solamente que ellos cumplieron su compromiso de ayudar a sus hermanos (Jos. 1:12-18), sino que ellos siguieron las órdenes de Moisés y Josué con seriedad (v. 2). Josué les recuerda que haciendo eso habían seguido la voluntad de Dios (v. 3).

    Pero antes de enviarles a sus casas y disfrutar de una vida bendecida en la tierra que ellos habían recibido al oriente del Jordán (v. 4), él les pide que “con diligencia” cuiden de cumplir todo lo que Dios les había dicho por medio de Moisés: “que améis a Jehová vuestro Dios, y andéis en todos sus caminos; que guardéis sus mandamientos, y le sigáis a él, y le sirváis de todo vuestro corazón y de toda vuestra alma. Y bendiciéndolos, Josué los despidió, y se fueron a sus tiendas.” (v. 5, 6)

    Cuan importante es recordar que una conquista no hace una vida victoriosa, solo se gana una etapa de nuestra vida, pero no se vive en victoria constante. Lo que hace posible que podamos vivir en victoria todo el tiempo es seguir la misma receta que nos llevó a esa conquista, y en la historia de Josué aprendemos que es seguir a Dios todo el tiempo.

    El deseo de Dios es que cada uno de nosotros conquistemos batallas diarias en nuestra vida. Cada día enfrentamos retos, dificultades, tentaciones, etc.; y el Señor quiere que cada día lo busquemos, le sigamos, le obedezcamos, y demos nuestra vida en servicio a Su Nombre; y cuando hacemos eso todo el tiempo entonces entramos en la lista de aquellos que sí viven en victoria.

    Decidamos seguir al Señor cada día, entreguemos nuestras vidas a amarle, y veremos que todos los días serán buenos. Si ayer u hoy tuvo una gran victoria, bien hecho, ahora, siga así amando al Señor.

    MINISTERIOUMCD.ORG

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  • 34 - A la Conquista con Dios - Dios puede darnos "reposo" [Josué 21:43-45]
    Jul 2 2021
    34 – Dios puede darnos “reposo”

    Josué 21:43-45
    “De esta manera dio Jehová a Israel toda la tierra que había jurado dar a sus padres, y la poseyeron y habitaron en ella. Y Jehová les dio reposo alrededor, conforme a todo lo que había jurado a sus padres; y ninguno de todos sus enemigos pudo hacerles frente, porque Jehová entregó en sus manos a todos sus enemigos. No faltó palabra de todas las buenas promesas que Jehová había hecho a la casa de Israel; todo se cumplió.”

    Todos anhelamos esos días de descanso, paz, sosiego y buen tiempo. Por ejemplo, algunos tienen la idea de reposo cuando piensan en una playa paradisiaca, otros tienen la idea de unas montañas grandes en una cabaña alejada de todo, habrán otros que piensan que un día de reposo es un lago grande y pescando en él, y etc. Todos queremos descanso, reposo.

    Pero el descanso es más anhelado cuando se tienen problemas, dificultades, tribulaciones que nos afligen, y más aún cuando han sido períodos prolongados de angustias, ahí deseamos ese ansiado reposo.

    En la Biblia se menciona al reposo como el momento o lugar de descanso, pero sobre todo lugar, cuando se trata del pueblo de Dios. El Señor le había ofrecido reposo al pueblo de Israel al momento en que ellos lleguen y se posesionen de la tierra que le había prometido a Abraham, no solo era el lugar donde fluye leche y miel, sino que sería el lugar donde se asentarían y vivirían en prosperidad y paz mientras ellos servían al Señor. Pero para alcanzarlo primero tenían que llegar a ese lugar y de ahí conquistarlo.

    Es interesante que, desde Deuteronomio, se utiliza la palabra “reposo” para hacer referencia al lugar que Dios estaba por dar a Israel a ambos lados del Jordán (Dt. 3:20). Pero este lugar no solo era un espacio nada más, en el se establecerían con todas las provisiones de Dios y con la seguridad de que podrían habitar seguros y en paz de sus enemigos (Dt. 12:10).

    Y ahora, después de toda la etapa de conquista, Dios estaba dándoles el “reposo… conforme a todo lo que había jurado a sus padres” (v. 44). Cinco veces Josué utiliza esta palabra para hacer referencia a la condición que este lugar brindaría después de conquistarlo todo (Jos. 1:13, 15; 21:44; 22:4; 23:1), y Dios ahora se los estaba entregando.

    Cuatrocientos años habían pasado desde la promesa a Abraham, un poco más de cuarenta años desde que salieron de Egipto, cerca de cinco años enfrentando batallas para conquistarlo, y ahora estaban recibiendo oficialmente lo prometido por Dios.

    No solo vemos la fidelidad de Dios en este pasaje, sino que aprendemos que para lograr algo, el creyente debe aprender a creerlo, esperarlo, buscarlo, seguirle a Él y conquistarlo. Todo inicia con una promesa de Dios, después el creyente debe esperar hasta que Dios dé el tiempo de salir a buscarlo, y de ahí depende de uno alcanzar las promesas de Dios en nuestra búsqueda, en escuchar Su voluntad y seguirle, y al final de todo conquistarlo.

    Todo inició con la fe, la fe de un hombre de 75 años que creyó que Dios le daría la fuerza para tener un hijo y que le permitiría crecer para recibir la tierra prometida, pero el trayecto entre el día que lo creyó hasta el día que sus hijos lo conquistaron estuvieron marcados de muchos episodios de dificultades, pruebas, desobediencias, batallas y conflictos, pero al final lo lograron.

    De la misma manera, cuando Dios quiere hacer algo en nuestra vida, debemos estar atento a lo que Él tiene que decirnos, confiar en Su palabra, aferrándonos a Su promesa, esperar en Su tiempo, y salir en pos de lo ofrecido y conquistarlo con la ayuda de Él… Es Dios quien lo prometió, y fue Dios quien lo entregará: “De esta manera dio Jehová a Israel toda la tierra que había jurado dar a sus padres, y la poseyeron y habitaron en ella.” (v. 43)

    «Nunca dude de las promesas de Dios, pues si sigue Su plan, Él le otorgará lo que le ha ofrecido» -Ministerio UMCD-

    #ConquistaConDios #Promesas #Reposo #Descanso. MinisterioUMCD.org

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  • 33 - A la Conquista con Dios - ¿Cómo debo tratar el error involuntario? [Josué 20:1-9]
    Jul 1 2021
    33 – ¿Cómo debo tratar el error involuntario?

    Josué 20:1-6
    “Habló Jehová a Josué, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: Señalaos las ciudades de refugio, de las cuales yo os hablé por medio de Moisés, para que se acoja allí el homicida que matare a alguno por accidente y no a sabiendas; y os servirán de refugio contra el vengador de la sangre. Y el que se acogiere a alguna de aquellas ciudades, se presentará a la puerta de la ciudad, y expondrá sus razones en oídos de los ancianos de aquella ciudad; y ellos le recibirán consigo dentro de la ciudad, y le darán lugar para que habite con ellos. Si el vengador de la sangre le siguiere, no entregarán en su mano al homicida, por cuanto hirió a su prójimo por accidente, y no tuvo con él ninguna enemistad antes. Y quedará en aquella ciudad hasta que comparezca en juicio delante de la congregación, y hasta la muerte del que fuere sumo sacerdote en aquel tiempo; entonces el homicida podrá volver a su ciudad y a su casa y a la ciudad de donde huyó.”

    ¿Cómo reacciona usted ante el error involuntario de otra persona? Aunque no debería ser así, pero muchos de nosotros reaccionamos con severa indignación cuando una persona nos hay ofendido o afectado de manera involuntaria. La ira es una de las respuestas más rápidas y descontroladas que tenemos, llevándonos a actuar inapropiadamente.

    ¿Le ha pasado que mientras viajaba en un medio de transporte público masivo, sea este un autobús, un avión o un tren, alguien realiza un movimiento involuntario llegando a golpear a alguien, y ha podido ver la respuesta de la persona golpeada? ¿O tal vez viajando en su automóvil mira el accidente mientras espera el cambio de luz en un semáforo y alguien por descuido no redujo la velocidad a tiempo llegando a impactar el auto frente a él? Vaya que muchas veces se observan reacciones muy drásticas, ofensivas y a veces descontroladas de las personas.

    ¿Cómo debemos responder ante esos momentos? ¿Cuál debería ser nuestra reacción si nosotros somos quienes recibimos la ofensa? La Biblia nos enseña que debemos tener misericordia y gracia.

    Desde el tiempo de Moisés (v. 2; Comp. Nm. 35:6-32; Dt. 19:1-13), Dios había dado órdenes al pueblo para que estableciesen “ciudades de refugio” para que en ellas se pueda resguardar alguno que accidentalmente haya cometido alguna acción involuntaria y que haya ocasionado la muerte a otro a causa de ello. El propósito era perdonar, proteger y evitar un acto injusto por parte de los familiares de quienes sufrieron la pérdida de un ser amado.

    Estas ciudades de refugio eran las mismas donde habitarían los hijos de Levi (Nm. 35:6-9), quienes serían los jueces del pueblo para escuchar al que desea asilo, y si el caso era probado, se le otorgaba la protección para que nadie pueda vengar la sangre del fallecido, y así evitar un acto injusto, ya que en ese tiempo era permitido dar muerte al que cometía asesinato (Éx. 21:23-25).

    Mediante esa acción se mostraba misericordia porque se le perdonaba su error, pero al mismo tiempo se le mostraba gracia porque se lo recibía dentro de la ciudad y se le brindaba refugio y sustento hasta un determinado tiempo, y de ahí podía volver a su casa y familia.

    Con esta enseñanza aprendemos que debemos tratar con paciencia, dominio propio, misericordia, gracia y perdón ante aquellos que ciertamente nos ofenden involuntariamente. Y si bien Dios nos enseña a perdonar a todos quienes nos ofenden (Mt. 5:38-46), en el caso de un acto involuntario, estas medidas son más necesarias, porque si no llegamos a controlarnos, podemos actuar injustamente queriendo que paguen por algo que no debería ser castigado con severidad, sino con entendimiento y ánimo pronto de perdón y reconciliación.

    La próxima vez que quiera responder, primero pida a Dios que le ayude a controlarse, pida sabiduría y discernimiento para actuar, y siempre vaya con el deseo de perdonar y evitar que lo sucedido vaya a generar más acciones violentas o malignas; seamos

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