Fray Antonio de Montesinos: El Primer Grito por la Justicia y Bartolomé de las Casas: El Defensor de los Indios

En 1511, en la isla de La Española, Fray Antonio de Montesinos, un fraile dominico, pronunció un sermón que resonaría a través de los siglos. Dirigiéndose a una congregación de colonos españoles, Montesinos condenó enérgicamente el trato brutal a los indígenas. Este sermón, considerado el primer grito por la justicia en las Américas, desafió directamente la moralidad del sistema de encomiendas, en el cual los indígenas eran obligados a trabajar para los colonos en condiciones extremadamente duras. Montesinos preguntó: "¿Con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre a estos indios?" Su valentía sentó las bases para futuras defensas de los derechos indígenas.

Uno de los oyentes más impactados por el sermón de Montesinos fue Bartolomé de las Casas, quien inicialmente había sido encomendero. Tras una profunda reflexión, renunció a su encomienda y dedicó su vida a la defensa de los indígenas. En 1515, Las Casas viajó a España para presentar su caso ante la corte. Gracias a su persistencia, fue nombrado "Protector de los Indios" y comenzó a influir en las políticas coloniales.

Comenzamos la III temporada de los Misterios de la Historia. Todos los domingos a las 9 de la tarde nuevo episodio.

Hoy "Las Tablas Sumerias y los Annunakis"

En el transcurso de la invasión de Afganistán por parte de Estados Unidos, justo después del atentado de las Torres Gemelas, se bombardeó intensamente su capital, Kabul, incluidos los alrededores del Banco Central. Pero a pesar de estar perdiendo el control del país, los talibanes no se resignaban a dejar allí el tesoro más valioso de Afganistán: un montón de oro procedente de la época de Alejandro Magno y las colonias griegas de Asia, que se custodiaba en una cámara acorazada del Banco Central. Aquel 12 de noviembre de 2001, un grupo de mulás talibanes intentaron llevarse el tesoro. En la mejor tradición de las historias de espionaje, uno de los empleados les aseguró que se habían hecho siete llaves de esa cámara y se habían entregado a siete personas que vivían en diferentes lugares del mundo. Para poder abrir la caja de seguridad, antes había que reunirlas a todas. Los bombardeos enemigos aumentaban, pero ellos no estaban dispuestos a irse sin el que consideraban su oro. Estaban firmemente dispuestos a volar la puerta del Banco Central de Kabul, aunque con esta acción destruyeran uno de los tesoros arqueológicos más antiguos y valiosos del mundo.