Un alma en Cristo

De: Un alma en Cristo
  • Resumen

  • La Asociación Grupo de María Auxiliadora les invita a escuchar los audiolibros de Un alma en Cristo. Los audios son mensajes de Cristo a un alma escogida, sus palabras son un testimonio del amor de Dios por los hombres. _Dios nos habla a todos y nos ama a todos por igual._ Jesús le dice: «Yo soy Dios de todos y para todos, jamás hablo solo para un alma, mis palabras son para todos mis hijos y me prodigo por doquier para aquel que quiera escucharme» 11 de enero de 1983
    Un alma en Cristo
    Más Menos
activate_Holiday_promo_in_buybox_DT_T2
Episodios
  • 60 Miércoles Santo UN ALMA EN CRISTO (1990) Libro 2
    Sep 23 2024

    Un alma en Cristo https://unalmaencristo.my.canva.site/redessociales

    🎧 Audio 60

    📕 Libro II Un alma en Cristo

    11 de abril de 1990

    𝕄𝕚é𝕣𝕔𝕠𝕝𝕖𝕤 𝕊𝕒𝕟𝕥𝕠

    Hoy he estado en muchos de los lugares donde estuvo el Señor. Voy de emoción en emoción. Pero donde no podía contenerme ha sido en la roca de la Ascensión. En el Huerto el Señor me ha dicho que por la noche escribiría. Gracias, Dios mío, por haber permitido que yo esté en estos lugares. Gracias, Señor.

    Hija mía, ámame por todos aquellos que no me aman, por los que me desprecian y siguen abofeteando mi rostro. Hoy también digo, como entonces: Llorad, llorad hijas de Jerusalén por vuestros hijos. Si esto hacen con el leño verde ¿qué no harán con el seco?
    Hoy quiero decirte cuánta tristeza había ya en Mí cuando fui a orar al Huerto. Mis apóstoles estaban aturdidos; no acababan de entender. Veían al Maestro más triste que de costumbre y me observaban inquietos. Vinimos todos al Huerto; todos menos Judas, que ya había ido a venderme. Como cordero pascual dispuesto al sacrificio, ¡qué tristeza había en mi alma!

    Me acordaba de mi santa Madre y de María Magdalena, que también andaba inquieta observando al Maestro. ¡Cómo expresar, hija mía, tanto dolor, tanta tristeza! ¡Cuánta mezcla de sentimientos! Sobre todo de soledad. ¡Qué lejos estaban los hombres de Mí! Yo estaba solo ante lo que había de suceder. Les dije: No durmáis, orad. Y me fui un poco más lejos a orar al Padre. Ofrecí mi alma al Padre y mi angustia. Vi cómo se sucedían muchos acontecimientos. «Padre, que pase de Mí este cáliz; pero, si no puede ser, que se haga vuestra divina voluntad». Vi cómo se amontonaban los pecados de todos los tiempos. La humanidad pasó delante de Mí y los horrores que los hombres cometían se agarraban a mi alma como garfios de acero. Vi al maligno enseñarme, con risa burlona, cuántos hijos míos él se cobraría. Vi cuántos inocentes caerían y vi su gloria. Vi como el Padre preparaba el holocausto del cordero y cómo sería glorificado el Hijo del hombre. Vi a mis elegidos de todos los tiempos. Vi a los mártires, a los santos y santas que me seguirían. Vi la lujuria de todos los tiempos y, viendo el castigo, imploré al Padre pidiendo por todos mis hijos. Vi mi agonía y muerte y sudé sangre.

    Hija mía, todo lo que te he dicho, lo he dicho ya muchas veces. Es repetir los acontecimientos para que el hombre crea y se convierta. Pero ¡pobres hijos míos! Tan caros como me costaron y ellos derrochando la vida alegremente. ¡Cuántos y cuántos chillarán, y cuántos pedirán clemencia demasiado tarde para ellos. Y Yo tendré que juzgarles habiéndolos comprado con mi sangre! Ayúdame, hija mía. ¿Ves cómo sufre mi Corazón sagrado?
    En estos días de mi Pasión ¡cuán unidos estaremos en el amor del Padre! Llora como lloró Magdalena, llora por tu Amado y llora conmigo por los pecados del mundo. Tus lágrimas son perlas que pondré en el vestido que hago para ti. Ámame, que tu amor será lo que llevarás como ofrenda al Padre el día de tu muerte. Yo diré: Padre, mira cuánto me amó en vida, cómo vivimos los dos: su corazón vivió en el mío y Yo en el suyo. Quiso hasta el último momento hacer mi voluntad, que es la tuya, Padre. Vamos a llevarla a la morada que le hemos construido y que, por su amor, se mantenga ahora de tu luz. Que su alma alcance la alegría de los santos porque quien vive y muere en Mí, ya no morirá jamás.

    Ven, acompáñame mañana, que es Jueves Santo. Mira los lugares que visitarás y piensa que mi alma ya estaba preparada para el sacrificio. Prepárate tú para el tuyo y únete a mi divino Corazón. Piensa que en estos días recibirás la gracia del Espíritu Santo, como apóstol de Cristo, para que tengas valor para hacer mi voluntad y predicar mi santo nombre. Piensa que no es casualidad que estés aquí. Aquí estás para recibir gracias, para fortalecer tu espíritu y llenar de sabiduría tu mente: para prepararte para tu trabajo, hija mía.

    Grupo María Auxiliadora (1990). Un alma en Cristo Libro II

    Más Menos
    9 m
  • 59 Domingo de Ramos UN ALMA EN CRISTO (1990) Libro 2
    Sep 23 2024

    Un alma en Cristo https://unalmaencristo.my.canva.site/redessociales

    🎧 Audio 59

    📕 Libro II Un alma en Cristo

    8 de abril de 1990

    𝔻𝕠𝕞𝕚𝕟𝕘𝕠 𝕕𝕖 ℝ𝕒𝕞𝕠𝕤

    Señor, todavía no me hago del todo a la idea de estar en los sitios donde tú estuviste. Trato de trasladarme con la mente a tu tiempo, para así pensar mejor que estoy contigo, que te veo y que Tú me miras. Temo el Viernes Santo. Tendré que retener mis sentimientos y no sé si lo conseguiré.

    Hija mía, no temas nada, no retengas tus sentimientos hacia Mí. María Magdalena no los retuvo; siempre dio rienda suelta a su amor y, por ello, se la recuerda como la mujer a quien le fueron perdonados todos sus pecados; y eran muchos. Pero también me amó mucho.

    Hoy, Domingo de Ramos, empieza para Mí lo que se diría preludio de mi Pasión. Ya sabía que Judas me vendería y mi alma, llena de angustia, veía ya en los ojos de los que me aclamaban, con ramos de olivo y gritos de júbilo, a los que se volverían contra Mí. Pedirían a gritos mi muerte. Durante mi vida pública ya preparaba a mis apóstoles. Los iba instruyendo, enseñándoles una palabra serena y el sentido de la ley de amor que vine a dar a los hombres. Hasta disponerlos para que entregaran sus vidas, como Yo entregué la mía: hasta el sacrificio total. Siempre pido lo mismo a mis hijos. Los llamo como entonces, los instruyo como entonces y los lleno de amor, para el sacrificio de sí mismos, como ofrenda al Padre, por sus hermanos y por su Dios.

    Hija mía, no temas. Hoy te digo, como dije a Pedro:

    ¿Me amas?

    Sí, te quiero mucho. Pero necesito tu ayuda.

    Deberás predicar mi santo nombre, deberás amar a tus hermanos totalmente y hasta el sacrificio. Hija ¿me amas?

    Te amo, amor mío.

    Únete a mis sufrimientos y entrégate conmigo al Padre. Hija mía ¿me amas?

    -Sólo tú, Padre, sabes cómo te amo.-
    Pues ofrece tu alma al Padre y di conmigo:
    «Padre, yo, tu hija, me ofrezco a tu divina misericordia. Mírame y acéptame, como aceptaste el sacrificio de tu divino Hijo para salvar a los hombres de la muerte eterna y darles la redención. Acógeme a mí, oh Padre, porque me ofrezco por mis hermanos y te pido misericordia. Padre mío, ¡detén tu ira! Pero si los pecados de los hombres te han irritado tanto que no puedes sino castigar, mira que no todos son malos y salva a los que te aman. Ellos ven que tú eres Dios y te alabarán por siempre. Acuérdate, Padre, del diluvio y que prometiste, en tu Alianza, que no volverías a exterminar al hombre totalmente. Y eso, no por los méritos del hombre, que bien merecemos tu ira, sino porque tú eres santo, el eterno Padre dador de todas las gracias y cuya bondad es infinita. Padre mío, acoge mi alma, que te ama y se une al sacrificio de la Cruz. Te lo pido por tu divino Hijo. Amén».

    Hija mía, no te extrañes de que te pida que hables en estos términos al Padre. El escucha a todas las almas que le aman y ve su buena voluntad. Recuerda que Él ha hablado a muchos hombres a lo largo de los tiempos y sólo ha exigido amor, caridad y entrega.

    Grupo María Auxiliadora (1990). Un alma en Cristo Libro II

    Más Menos
    11 m
  • 58 En el Lago Tiberíades UN ALMA EN CRISTO (1990) Libro 2
    Sep 23 2024

    Un alma en Cristo https://unalmaencristo.my.canva.site/redessociales

    🎧 Audio 58

    📕 Libro II Un alma en Cristo

    6 de abril de 1990

    𝔼𝕟 𝕖𝕝 𝕃𝕒𝕘𝕠 𝕕𝕖 𝕋𝕚𝕓𝕖𝕣í𝕒𝕕𝕖𝕤
    En el hotel. Hoy hemos pasado por Cesarea. Estamos junto al Lago de Tiberíades. La emoción ha llenado mi alma cuando me imaginaba al Señor caminando por estos campos. Él me ha dicho que esta noche escribiría. Señor, gracias, por todo lo que haces por mí.

    Hija mía, tu Dios está contigo. Mi amor está con los hombres. El sentido de la misericordia se ha perdido en el tiempo; sólo Dios se acuerda de ella. Soy como un manso cordero de mirada dulce y confiada. En mi pecho abierto late mi Corazón, que palpita encendido de amor. Soy la luz del mundo. Todo lo ilumino con luz cegadora. Soy el alfa y el omega, principio y fin, porque abarco todas las cosas y en ellas me deleito. Mi placer es hacer la voluntad del Padre; para ello fui enviado, para eso vine al mundo.

    𝘔𝘪 𝘱𝘦𝘲𝘶𝘦ñ𝘢 𝘢𝘭𝘮𝘢 𝘤𝘢𝘯𝘵𝘢 𝘢𝘭 𝘢𝘮𝘰𝘳,
    𝘮𝘪 𝘱𝘦𝘲𝘶𝘦ñ𝘢 𝘢𝘭𝘮𝘢 𝘴𝘶𝘦ñ𝘢 𝘢𝘭 𝘢𝘮𝘢𝘯𝘦𝘤𝘦𝘳,
    𝘥𝘦 𝘥í𝘢 𝘺 𝘥𝘦 𝘯𝘰𝘤𝘩𝘦, 𝘠𝘰 𝘰𝘪𝘨𝘰 𝘴𝘶 𝘷𝘰𝘻,
    𝘭𝘢 𝘴𝘪𝘨𝘰 𝘺 𝘭𝘦 𝘥𝘪𝘨𝘰:
    𝘢𝘮𝘰𝘳 𝘯𝘰 𝘮𝘦 𝘭𝘭𝘰𝘳𝘦𝘴, 𝘲𝘶𝘦 𝘷𝘪𝘦𝘯𝘦 𝘦𝘭 𝘈𝘮𝘰𝘳.

    Hija mía, desde mi venida hasta ahora, ha transcurrido mucho tiempo para el hombre. Para Mí, todo aquello está presente, como acabado de pasar. El hombre no ha cambiado en absoluto. Es el mismo. Sigue golpeando mis espaldas y abofeteando mi rostro con los insultos más graves que su mente pueda encontrar. Como cada año, vuelve una y otra vez la Semana Santa, repitiéndose así en el tiempo las escenas cruentas y desgarradoras de mi Pasión.
    Este año he querido, hija mía, que tú estés en el lugar del sacrificio del Cordero. He querido que te unas más a mi Pasión y, para ello, te he traído al lugar donde sucedió. Aquí recibirás mis palabras y, en tu pobre cabeza, tendrán el sentido exacto que tuvieron entonces, para que así comprendas más a tu Dios.

    Pronto será la hora de la siega; de apartar el trigo de la cizaña. Debes estar dispuesta, porque tu Señor puede venir de noche y debe encontrarte levantada, esperando con la lámpara llena de aceite y encendida su luz. Tú, espera siempre a tu Señor e invita a las otras doncellas, a que también ellas lo esperen. Diles lo hermoso que es el Señor y lo bueno que es. Di: «Yo lo conozco bien y su amor no conoce límites. Su voz es la dulzura que invade mi alma y penetra mis sentidos hasta lo más profundo de mi corazón. Hermanos míos, esperad conmigo que llegue el amor».

    Grupo María Auxiliadora (1990). Un alma en Cristo Libro II

    Más Menos
    6 m

Lo que los oyentes dicen sobre Un alma en Cristo

Calificaciones medias de los clientes

Reseñas - Selecciona las pestañas a continuación para cambiar el origen de las reseñas.